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ENSAYOS FILOSÓFICOS MENSUALES
RECOPILACIÓN 02


Miguel Cobaleda
@MACCGL

#SíntesisTesis Colección de Ensayos Filosóficos breves

011 al 020



011-CAUSALIDAD I/IV-LA CAUSALIDAD Y EL TIEMPO
Miguel Cobaleda
01-01-2022

ADVERTENCIA.- Este ensayo, a diferencia de otros de esta misma colección –que consisten en reflexiones filosóficas directas– utiliza un estilo de parábola o de metáfora. No obstante, pretende también explicar su concepto –en este caso LA CAUSALIDAD– aunque por modo de alegoría. [Éste es el 1º de cuatro ensayos complementarios].

RESUMEN.- La causalidad es una relación temporal que se comporta como eterna cuando funde los efectos con sus causas.

En principio cabrían tres modos distintos –entre otros (ver el ensayo IV/IV)– de tratar el tema de la causalidad:

1) Modo causal metafísico: el ser de las causas produce el ser del efecto en una especie de túnel de comunicación que permite el trasvase óntico del ser desde la causa al efecto.

2) Modo empírico (humeano especialmente): acepta que el fenómeno sucede, sí, pero sin “túneles” ni conexiones, sino que son simples repeticiones habituales; como a algunas de esas repeticiones les damos el carácter de causa (cada vez que golpeo, suena), y a otras no (aunque el gallo cante antes de que salga el sol, no es el canto del gallo el que produce la salida del sol), es que añadimos un feeling, un sentimiento especial que acompaña a ciertas percepciones repetitivas y nos hace interpretarlas (a ellas, no a las otras) como procesos causales.

3) Modo estadístico: La Estadística, en relación con la cuestión de las causas, no ha oído hablar del tema. Es una solución diferente y ajena al estudio de los efectos, que no se relacionan con sus causas –si las hay o no las hay, si producen o no producen el ser del efecto, es irrelevante– , sino que los tales efectos se cuantifican y extrapolan. [En el Ensayo14 trato la relación entre la probabilidad cuántica y la causalidad].

Interpretación alegórica de la causalidad.- El proceso causal es una especie de excrecencia del tiempo, una rebaba que sale como residuo al extrudir el tiempo sus momentos para que discurran, digamos “lisos”, por el cilindro de la duración. El tiempo es una duración continua y, como sus instantes son sucesivos, la unión entre ellos tiene que ser inapreciable, fluida, no puede haber baches o grietas entre unos instantes y otros: no puede ser que ahora este instante presente, en vez de convertirse de inmediato en un instante pasado, deje una especie de residuo intemporal entre instantes, algo que no es tiempo inserto entre los instantes del tiempo. No cabe tal cosa, de modo que el tiempo tiene un troquel para extrudir a los diferentes instantes y que no rocen dentro del cilindro duración y se enganchen sin solución de continuidad los unos a los otros. Los propios instantes no “salen de fábrica” pulidos, tienen las superficies lisas, sí, pero no hasta la lisura de los “nanócronos”, de modo que, al ser extrudidos por el troquel de la duración, sueltan rebabas de tiempo que son excedentes, son tiempo que el tiempo deja fuera de la duración. Tenemos unos residuos temporales que, por haber salido de la corriente duradera, están en “territorio eternidad” “durante un tiempo”. Tiempo exiliado del tiempo y atrapado en la eternidad, eso es la causalidad, la relación establecida entre causas y efectos: una relación temporal que se comporta como eterna cuando funde los efectos a sus causas como el metalúrgico funde dos piezas que, siendo dos, pasan a ser una. Esta doctrina fantástica sobre la causalidad tiene, a pesar de su carácter, varias ventajas explicativas porque vincula sólidamente la causalidad con el tiempo, y en los dos sentidos:

1. Las causas son anteriores a los efectos. Nada que comentar, es el modelo tradicional intuitivo.

2. Los efectos son anteriores a las causas. [Desde Aristóteles conocemos la Causa Final, la cual actúa desde el principio “atrayendo” la acción del agente hacia el fin como propósito alcanzable]. Pero añado: las causas no pueden causar si el ser del efecto no está ya, a priori, en la causa, puesto que de otro modo cada causa podría causar cualquier tipo de efecto. El ser del efecto y el ser de la causa –vinculados temporalmente pero fuera del tiempo–, se atraen de forma inmanente a ambos, cada uno en sí mismo, pero trascendente a ambos, cada uno hacia el otro, lo cual implica una unidad en la dualidad que, sin necesitar trasvase de ser en el sentido causal –de causa a efecto–, garantiza comunidad de ser en ambos sentidos, y explica la relación causal que de otra forma no se explica. [La otra forma tampoco explica la razón de que la causalidad esté vinculada con el tiempo, el por qué de la contigüidad entre las causas y sus efectos; sin la vinculación inmanente=trascendente con el tiempo, lo mismo podría sonar ahora el golpe producido ahora, que sonar dentro de mil años, o haber sonado hace mil años].

3. Explica y posibilita la propia causalidad, que no es otra cosa que la manifestación del tiempo cuando actúa fuera del tiempo. El tiempo segrega los fenómenos causales, el “cemento de la causalidad” que une el mundo fenoménico, que aglutina los sucesos atómicos y los entes individuales en una totalidad coherente, la cual se sostiene entitativamente porque no es fluida –es eterna– pero sucede “mientras” fluye el tiempo mismo. Si matas y tu acto es inmutable, solamente puede serlo porque es un acto eterno que es inmune al tiempo, pero matar es un proceso que consume tiempo, que ocurre mientras el tiempo ocurre. Somos ráfagas de tiempo escapadas del tiempo y sedientas de eternidad: si hay otro modo de explicarlo, yo no lo conozco.


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012-CAUSALIDAD II/IV-LA ESTADÍSTICA, “SOMBRA” DE LA CAUSALIDAD
Miguel Cobaleda
01-02-2022
[Éste es el 2º de cuatro ensayos complementarios].

1. En el MICRO-ENSAYO 11 sobre LA CAUSALIDAD –donde se define ese concepto en forma de fábula, no tanto como ensayo filosófico cuanto como parábola– se cita de pasada el asunto de la Estadística: “La Estadística, en relación con la cuestión de las causas... es una solución diferente y ajena al estudio de los efectos, que no se relacionan con sus causas, sino que los tales efectos se cuantifican y extrapolan”. (Ver el ensayo IV/IV).

2. En varias ocasiones he dedicado análisis a la Estadística como sustituto de la Causalidad, en el sentido de que la primera ha pasado a ser –frente a y en sustitución de la segunda– el modo de interpretar los fenómenos; ya que no de explicarlos, sí al menos de predecirlos. Es esto, la predicción –que funciona muchas veces–, lo que le ha procurado a la Estadística su prestigio y el uso que ciertas disciplinas hacen de ella. ¿Qué disciplinas?:

a. Principalmente aquéllas que estudian objetos de enorme complejidad y entrañan dificultades colosales para desentrañar los entresijos físicos de sus cadenas causales, debido a ésa su naturaleza laberíntica, entremezclada y difusa. Y actividades comerciales como los Seguros de Vida, que se basan en estadísticas.

b. La Sociología, cuyo objeto de estudio es el comportamiento humano. La Psicología, que se enfrenta con la entraña de lo propiamente inefable. La Meteorología, donde los fenómenos obedecen a la vez a cantidades ingentes de parámetros. La Biología, que involucra combinaciones casi infinitas de moléculas. Incluso ciencias rígidas, como la propia Física, una vez que ha llegado al mundo cuántico y ha mordido un pedazo demasiado grande como para poderlo deglutir. La Medicina en su aspecto investigador, obligada a usar los descubrimientos de la Biología y a atragantarse también con ellos.

3. ¿Funciona la predicción?... Funciona la predicción... estadística, no la predicción causal: de los siete millones de vehículos que se desplazarán este Puente, sufrirán un accidente con víctimas mortales entre un 0,0004% y un 0,0009% (entre 28 y 63). Ni se puede afinar más ni, por supuesto, predecir qué vehículos concretos, ni por qué motivos –mecánicos (qué piezas defectuosas...), personales (qué distracciones o imprudencias...), infraestructurales (qué firmes sin firmeza, accidentes sin señalar, baches, ausencia de drenaje...), o meteorológicas (qué lluvias, o nieblas, o nieves...)– sucederán los tales accidentes.

4. Es la diferencia intrínseca entre la predicción estadística y la predicción causal la que constituye el problema real del avance científico más allá de cierto límite de conformidad social. Es decir: esa diferencia es esencial. La Pandemia SARS CvD 2 lo ha puesto de manifiesto de modo letal, esto es, matando, sin que la ciencia haya podido responder nada más que con estadísticas y... fuerza bruta.

5. La respuesta estadística es fuerza bruta en comparación con inteligencia razonadora. Es lo mismo que la cirugía frente a la medicina molecular y genética; es lo mismo que subir al árbol contando al hacerlo el número de palmos de su altura, porque no hemos oído hablar ni de Tales de Mileto ni del Sistema Métrico Decimal. Parece que el método funciona..., pero en realidad no hay método.

6. La labor de la ciencia en la Pandemia COVID 19 ha seguido una secuencia de pasos:

a. Ha consistido en crear vacunas en menos tiempo del habitual.

b. Haciendo que los ensayos de Fase III durasen menos de lo previsto.

c. Ensayando a la vez con muchos sujetos (fuerza bruta). O prescindiendo de parte del número óptimo (fuerza ciega). Los científicos de relumbrón han fingido en los medios saber de qué estaban hablando, pero...

d. ...pero los científicos más honestos se han visto obligados a recomendar o no ésta o la otra vacuna para ésta o aquella franja de edad... ¿Por motivos de conocimiento biológico molecular?... No: por no estar esas franjas debidamente computadas en la... estadística. Igualmente las recomendaciones sobre los efectos secundarios nocivos se han acogido a computaciones numéricas, al hecho de que el virus mata más que vacunarse. Pero se trata de una constatación estadística, no de ninguna comprensión biológica. Cuando las Agencias Internacionales de los Medicamentos han tenido que pronunciarse: 1) han tardado tanto que la población ya había resuelto el tema por sí misma; 2) han dado finalmente respuestas... estadísticas.

e. El uso de la estadística en sustitución de la causalidad, por un lado, y la comprensión parcial, muy incompleta, de los fenómenos biológicos involucrados, por otro lado, señalan con enorme contundencia y claridad lo muchísimo que nos falta para la comprensión real.

7. No saltaremos por encima de las bardas de este corral de ignorancia hasta que seamos capaces de predecir causalmente todos los fenómenos, incluso los de inmensa complejidad.

8. Los super-ordenadores, especialmente los cuánticos cuando se hagan realidad –no tardando–; los Mega-Super-Big-Data (cuando sean más que números y signifiquen sentido); las nuevas disciplinas científicas que surgirán desde mentes geniales y no desde la fuerza bruta... nos acercarán a esa comprensión real.

a. Entonces no necesitaremos la estadística para predecir el futuro porque haremos el futuro, detalle a detalle, a nuestra imagen y semejanza. Y acaso tampoco tardemos tanto.

 

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013-CAUSALIDAD III/IV-LA CAUSALIDAD DESORIENTADA
Miguel Cobaleda
01-03-2022
[Éste es el 3º de cuatro ensayos complementarios].

RESUMEN.- La Física Cuántica y la Relatividad General se alían para derribar el venerable concepto de la causalidad, y proponen una causalidad cuántica, superpuesta, desorientada.

La física cuántica está discutiendo –suprimiendo– el viejo concepto de causalidad. No por argumentos filosóficos, como los de Hume por ejemplo, y por lo tanto admitiendo bajo cuerda que la discutida y denostada causalidad ha seguido siendo efectiva en el pensamiento científico a pesar de los fundados ataques de los pensadores de la Ilustración. Incluso admiten los físicos actuales que el nuevo planteamiento cuántico, que invalida la inveterada causalidad, va a hacer muy duro seguir en la ciencia sin ella. La llaman con nombres diversos, “causalidad cuántica”, “causalidad indecisa”, “causalidad superpuesta” o, mejor, “superposición de la causalidad”. Es a la vez cierto y real que la causa A causa el efecto B y que el efecto B causa la causa A, ida y vuelta a la vez. [Ejemplo.- Por mandato de su general, el cornetín de órdenes da la nota de “retirada”, a causa de lo cual los combatientes se retiran del campo de batalla (Causa: el sonido de la trompeta, primero; efecto: la retirada, segundo). Cuando el general comprueba que su vanguardia flaquea y retrocede, ordena al cornetín de órdenes que toque a retirada (Causa: el retroceso de la vanguardia, primero; efecto: el toque de corneta, segundo). Cuánticamente simultáneos, reales los dos, superpuestos, causalidad desorientada].

Todo esto se basa en una secuencia teórica de dos ramales que podemos resumir –y simplificar– así:

1. Ramal uno, la superposición cuántica.- Según la mecánica cuántica, un electrón –mientras no investiguemos qué estado de cada propiedad manifiesta en este momento–, se encuentra a la vez en todos los estados que obedezcan a la configuración completa de sus propiedades. Los profanos podemos mofarnos de la física cuántica: que si gatos vivos y muertos; que si la causa del efecto es luego el efecto de la causa; que si dos fotones son el mismo fotón... pero experimentos en diferentes laboratorios y épocas han ido produciendo conmutadores cuánticos irrefutables, a base de los pequeñísimos y velocísimos fotones mediante polarizaciones y otros trucos. Repito: IRREFUTABLES, al menos por ahora. Así que la superposición de estados alternativos es fehaciente, el puñetero gato está a la vez vivo y muerto, como zombie de película.

2. Ramal dos, la relatividad.- Según corolarios de la Relatividad General de Einstein, las masas gravitatorias producen elongaciones –estiramientos, distensiones– en el continuo espacio-tiempo, depresiones en la lámina del espacio clásico.

a. Primer efecto teórico –en este caso espacial geométrico– es que las tales hendiduras geométricas del espacio atraen hacia “su fondo” a las otras masas y a los móviles que circulen cerca de esas “hendiduras”.


b. Segundo efecto teórico –en este caso temporal cronológico– es que el tiempo se dilata o comprime según la proximidad de la masa gravitatoria en cuestión: cuanto mayor y más cercana la masa, más lento el tiempo.

c. Si dos acontecimientos teóricamente simultáneos (dos eventos cuánticos superpuestos) se producen a diferente distancia de la masa gravitatoria, de tal modo que el evento α esté cerca y el evento β lejos, el tiempo para α será más lento que para β, de modo que un elemento producido por β tendrá el ápice origen de su alcance causal en un punto de la secuencia temporal más inmediato que el ápice origen de su alcance causal de un elemento producido por α, “se producirá antes el elemento simultáneo de β que el elemento simultáneo de α”. De tal forma que el elemento de β podrá interferir causalmente en la producción por parte de α de su propio elemento, por ejemplo interrumpirlo. Como –según hemos visto en el ramal uno–, este estado (recordemos, Alfa más cerca de la masa, tiempo más lento, Beta más lejos de la masa, tiempo más rápido) está superpuesto al estado alternativo (Beta más cerca de la masa, tiempo más lento, Alfa más lejos de la masa, tiempo más rápido), resulta que ahora también sucede que el elemento simultáneo de α se produce antes que el de β, y aquél podrá interferir en éste, por ejemplo interrumpirlo. Los dos estados cuánticamente superpuestos, reales a la vez. El área del alcance causal se supone ser siempre la misma, lo que cuenta es el punto –en la secuencia temporal– de su origen: la potencia causal disminuye en el tiempo.

d. [Ejemplo general.- Pongamos dos ejércitos que van a combatir el uno contra el otro y todavía no se han encontrado en el campo de batalla, aún no se ven el uno al otro los respectivos generales. Y pongamos que un suceso ajeno, una avalancha de agua producida por un derrumbe, afectará al previsto campo de batalla de tal modo que anegará la parte más baja del valle convirtiéndola en un barrizal, mientras deja seca la parte alta, apta para las evoluciones de la caballería y de la infantería. Supongamos también que dos heraldos, cada uno de un ejército, han visto el fenómeno y advertido su importancia, y se disponen a avisar a sus respectivos generales. Finalmente supongamos que el jinete Y, del ejército azul, es más veloz que el jinete Z del ejército amarillo, lleva antes la nueva, el jefe azul se mueve deprisa, llega al valle, se coloca en lo alto antes de que el amarillo aparezca, el cual tiene que conformarse con el barrizal. La rapidez del heraldo azul –mucho mayor que la del heraldo amarillo– ha hecho que el movimiento del ejército azul obre como causa anterior al despliegue del amarillo, el cual es efecto resultante del despliegue previo del azul. Pero como las dos alternativas –los dos fotones que son el mismo– son reales y simultáneas, A LA VEZ que el heraldo azul es más rápido y el despliegue azul causa ANTES el efecto POSTERIOR del despliegue amarillo, AL TIEMPO sucede que el heraldo amarillo es más veloz que el azul, y el despliegue ANTERIOR del ejército amarillo en lo alto del valle ocasiona el efecto POSTERIOR del despliegue del azul en el barrizal].

3. Fusión de ambos ramales.- La causalidad superpuesta, indecisa, cuántica, la causa causando el efecto, el efecto causando la causa, ambos a la vez reales y superpuestos: no queda otra que aceptar esta conclusión. Lo que viene a significar que la vieja causalidad aristotélica –fundamento de la ciencia, y de la vida, desde al menos unos 2.300 años– está en entredicho. De todas formas, operativamente y al nivel newtoniano, podemos seguir confiando en ella mientras el fantasma de Hume nos lo permita.


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014-CAUSALIDAD IV/IV-LA ESTADÍSTICA OTRA VEZ
Miguel Cobaleda

01-04-2022
[Éste es el 4º de cuatro ensayos complementarios].

RESUMEN.- La “causalidad indecisa” que veíamos en el ensayo III/IV anterior, resulta estar ligada en cierta forma a la probabilidad estadística, en una revuelta inesperada de este camino cuántico. El colapso de la función de onda a uno de los estados obedece a la mayor probabilidad de su autovector dentro del espacio vectorial.


En primer lugar hay que precisar algunos conceptos, Autovector, Función de onda, Colapso:

Autovector.- Cuando en un sistema físico se produce una transformación, ésta puede analizarse mediante los cambios del espacio vectorial que defina al sistema. [Ejemplo: cuando recibo en mi celular una foto de mi nieto, suelo ampliar enseguida dicha foto, sobre todo si la figura de Miguel está empequeñecida en un paisaje amplio –que me interesa un pepino, porque lo que me interesa es Miguel–; pues bien, al hacer ese gesto con los dedos que nos permite ampliar imágenes en pantallas táctiles, modifico los vectores del espacio vectorial, amplío su módulo; el algoritmo que me permite hacerlo es lo bastante inteligente como para conservar todas las escalas, manteniendo los cambios vectoriales armónicamente de forma que, al ampliar, no se deforme ninguna parte de la imagen; pero si suponemos un algoritmo menos fiable, o más travieso, que me permitiera efectos parecidos a los espejos graciosos de las ferias, las transformaciones podrían alterar unos vectores y no otros]. Pues bien, se llama “autovector” de una transformación a un vector que, dentro del proceso de dicha transformación, o no cambia, o sólo cambia –de forma escalar– su módulo, pero no su dirección.

Función de onda.- Esta expresión es a la vez anacrónica y actual pues, aunque la explicación científica que la originó ya no se usa, la expresión misma se ha conservado. En los primeros albores de la cuántica estaba todavía muy presente el asombro de la dualidad onda-corpúsculo y se usaban representaciones gráficas de tipo más o menos cartesiano para esquematizar las “probabilidades” de que una partícula estuviese en este punto o en aquel punto del conjunto gráfico que representaba la onda asociada a la misma; estos esquemas eran, claro está, la imagen gráfica de la onda como resultado de los valores probabilísticos de la función, así que el nombre adecuado era “función de onda”. Actualmente –y puesto que una cantidad mensurable de cualquier sistema físico representa un autovector– el asunto se interpreta en forma de espacio vectorial en relación con una base vectorial. Los vectores en la base se reducen a series de números. Pues bien: cuando un vector del espacio vectorial, que es una cantidad mensurable de una propiedad de la partícula, se interpreta en relación con la columna de números que es su expresión “contable” en la base vectorial, tenemos una función de onda.

Colapso.- Si imaginamos la función de onda como antaño (gráficos tridimensionales de ordenador, con finas líneas que se ondulan), colapsar sería que todo el tingladillo de líneas se viene al suelo, una maraña, dejan de significar, dejan de representar estados –dejan de ser–. Si nos referimos al momento en que tratamos de medir los diversos estados vectoriales de diferentes propiedades de un sistema físico y, al intentar esa medición, la superposición de esos estados se diluye y solamente permanece uno (como exigen los postulados III y IV), “colapsar” es también un término adecuado.

Mientras no miremos al electrón –no tratemos de medirlo colapsando la función de onda– a ver en qué lugar se encuentra de todos aquéllos en los que puede encontrarse, se encuentra al tiempo en todos ellos, aunque puede que “con distinta probabilidad en cada uno”. Ahora bien, en cuanto medimos el valor del autovector de una de sus propiedades, entonces... Esto obedece al Postulado IV de la mecánica cuántica; y la probabilidad del estado cuántico obedece al Postulado III.

El Postulado IV viene a decir que si, partiendo de un estado cuántico puro –virgen–, medimos el valor de un autovector concreto, “filtramos” al hacerlo el estado cuántico al valor de ese autovector:

∣ψ〉 ⇒ (A ≫ ai ⇒ Mai ) ⇒ ∣ai〉

donde ∣ψ〉 representa el estado cuántico puro en el que medimos el observable A (cualquier propiedad del sistema susceptible de ser medida mediante operaciones físicas) y nos da como resultado ai (un autovector concreto, un autovalor concreto como resultado de la medida), de forma que entonces se “filtra” el resultado a un subespacio Mai (el símbolo tipográfico ffi para “filtrado” tiene otro color porque es un símbolo metalingüístico –y mixto: ff+i– que no pertenece a la fórmula).

El Postulado III viene a decir que el estado en que colapsará la función de onda tendrá una probabilidad proporcional al cuadrado de la amplitud del autovector dentro del espacio vectorial:

P A∣ψ〉 = ∣〈a∣ψ〉∣2

En suma: cuando en un estado cuántico se combinan varios autovectores, se produce una superposición de estados (lo dicho, se dan todos a la vez). Ahora bien, al medir, el estado cuántico colapsa filtrando aleatoriamente sobre uno solo de los valores de la superposición. He puesto en itálicas “aleatoriamente” porque sí, es aleatoriamente, pero falta añadir el postulado III, es decir que, aunque sea aleatorio el resultado, la probabilidad de que colapse en un autovector concreto viene dada por el cuadrado de la amplitud de ese autovector en la combinación general, de donde ese carácter aleatorio es máximo cuando la amplitud de los autovectores presentes en la combinación sea la misma, pero está en cambio a favor de cualquier autovector cuya amplitud en la combinación sea mayor que la de los demás autovectores.


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015-LA REALIDAD
Miguel Cobaleda
02-05-2022

RESUMEN: La nada es lo que hay; la realidad –una construcción de la inteligencia– es lo que no hay.

La frase anterior, tan absurda, parece un juego de palabras, o ni siquiera: una simple tontería. No obstante, es la tesis fundamental de mi pensamiento filosófico.

Los seres humanos vivimos en un mundo, en nuestro mundo. Yo, por ejemplo, he salido a la calle, camino por la acera, fijo la mirada en un toldo azul que protege del sol las mesas de una terraza de bar; supongamos que es verano y el toldo azul se agradece. Oigo conversaciones, toco una pared, huelo la fritanga que sale por la puerta del bar:

1) Mis ojos ven el azul del toldo y el propio toldo que se recorta sobre la fachada de ladrillo.
2) Oigo las conversaciones de los clientes sentados en esas mesas, en especial la voz de una joven que cuenta cierta aventura que ha vivido con sus amigas: “Laura sacó mi monedero de mi bolso y pagó con mi dinero, todo entre risas, porque a esas alturas ya estábamos muy alegres...”.
3) Huelo el aroma, seguramente panceta a la plancha.
4) Me tropiezo con una baldosa levantada y, para recuperar el equilibrio, me apoyo en la pared de ladrillo de la fachada.

Mil cosas como ésta son nuestro mundo: el suelo de la calzada, el semáforo, los automóviles, mil otros colores, mil otros sonidos, mil otros olores y tactos... Puertos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, ciudades, explotaciones forestales, cultivos... Ríos, océanos, cordilleras, continentes, el Sol, la Luna, La Vía Láctea, las galaxias lejanas...: Ésta es nuestra realidad, el mundo real en que vivimos. ¿Todo eso lo hay?

1a) El azul del toldo es una secuencia compleja determinada por la química y la física de las partículas sub-atómicas de la superficie del toldo, por los componentes de mi ojo y de mi cerebro, por el cambio molecular de algunas proteínas en las células del ojo, del nervio, del cerebro, complejo que produce mi “sensación de azul”, la cual, fuera de ese complejo, no existe, no la hay, no está en el toldo, ni está en mi retina, ni está en mi nervio, ni está en las neuronas de mi cerebro, en cada uno de esos tramos solamente.

2a) La frase de la mujer es una secuencia compleja determinada por la química y la física de las fonaciones de sus cuerdas vocales que producen fonemas que componen palabras que componen frases; cada sonido llega a mi oído aislado, porque el oído oye, oye, oye, pero no recuerda-compone-globaliza los distintos sonidos de los distintos momentos, eso lo hace mi cerebro con su memoria; sabemos que ese sentido que escucho no está solamente en cada fonema, no está en mi tímpano, no está en mi oído, ni está en las neuronas de mi cerebro, en cada uno de esos tramos solamente.

3a) El olor de panceta a la plancha es una secuencia compleja determinada por la química y la física de las células –inmensamente estructuradas, cada una a su vez una secuencia compleja– del tejido muscular y graso de la carne, del calor de la plancha, de su superficie, del aire que transporta los “efluvios”, de los receptores nasales de mi nariz...

4a) La pared me sirve de apoyo porque mi consistencia y la suya son de parecida dimensión, si yo fuese de un tamaño yoctométrico me hundiría en la pared y, a poco fuerte que fuera el impulso de mi resbalón, me hundiría en el planeta.

5a) Las galaxias lejanas son... ¿Qué son? ¿Dónde están?... ¿Son lo que ahora vemos, están donde ahora las vemos?... Si la luz que de esa estrella nos llega salió de la estrella hace varios millones de años, ¿sigue siendo ahora la estrella lo que era entonces, podemos verla ahora en lo que es ahora o solamente podremos ver su ahora dentro de varios millones de años, cuando su ahora se haya desvanecido en un pasado tan remoto que ni siquiera tiene dimensión?...

Todas esas cosas no las hay, lo que llamamos nuestro mundo no lo hay, nuestra realidad no la hay. Cuando digo-y-siento que vivo el toldo azul y es parte de mi realidad, no me refiero a ese entramado de partículas elementales y fotones... me refiero al toldo azul que es mi realidad; cuando digo-y-siento el significado de la frase que escucho al pasar, no me refiero a cada onda acústica de cada fonema independiente, ni a la repercusión eléctrica que llega al cerebro... me refiero a la frase misma, a su sentido, que es ahora parte de mi realidad; lo mismo sucede con la sólida pared, con el sabroso aroma de la panceta. Todas esas cosas son la realidad, mi realidad, mi mundo, pero no las hay.

Admitamos, no obstante, que la frase “la realidad es lo que no hay” es un sinsentido y procedamos a aceptar que el color, las palabras, el olor, la pared que me sostiene, de algún modo sí son reales y además los hay. Aunque lleguemos a esa concesión, no se puede negar que esa realidad, “ese tal haberlos”, se debe a lo que hacemos nosotros con lo que se nos ofrece; por ejemplo: lo que hace el cerebro con lo que el toldo le ofrece, el aroma le ofrece, los fonemas le ofrecen... Lo que el toldo le ofrece, el aroma le ofrece y la frase le ofrece son datos absolutos carentes de sentido: esos datos, “cuantos de la nada”, son lo que hay. La realidad, mi realidad, ésa no la hay. Nosotros, gracias a la inteligencia estructuradora, vivimos en la realidad del mundo, el resto de los seres son nada en la nada. Los hay, cierto, pero no habitan en su realidad, sólo son reales para nosotros en la nuestra.

Como la frase “la realidad es lo que no hay” resulta tan... lunática, citaré otras igual de locas para no sentirme muy solo:

El ser es ser percibido” (Berkeley).
Cógito, ergo sum” (Descartes).
La verdadera realidad son las ideas” (Platón).
Lo mismo es el pensar y el ser” (Parménides).
Todo consiste en los quarks” (Murray Gell-Mann).
La causalidad es solamente un sentimiento inducido por la costumbre” (Hume).
El espacio y el tiempo son formas de la intuición” (Kant).
El medio es el mensaje” (McLuhan).
Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra” (Mateo 5, 4).


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016-SÍMBOLOS Y SIGNOS
Miguel Cobaleda
01-06-2022


Resumen.- Los símbolos no son signos y los signos no son símbolos. Los símbolos son señales convencionales que indican relación con algo diferente a ellos por convenio explícito o implícito. Los signos son relaciones naturales y, por lo tanto, esencialmente conectadas entre los signos y sus significados. Pero nuestra realidad es signo y símbolo a la vez.

Símbolos.- Los símbolos son señales convencionales que indican relación con algo diferente a ellos por convenio explícito o implícito de una disposición –generalmente colectiva– de los seres humanos. Muchos de los símbolos nos parecen naturales, poco simbólicos, porque su convención data de tiempo inveterado, porque se hizo mediante un consenso generacional e inconsciente, porque no conocemos a nadie (nadie conoce a nadie) que haya estado involucrado en su origen. Así pasa con el lenguaje, por ejemplo, cuyo origen es más o menos manifiesto para los eruditos en líneas generales, pero no su secuencia real minuciosa. Los etimologistas saben de dónde viene el idioma, incluso cada palabra o la mayoría, aunque sólo hasta cierto punto, y nunca tienen más que conjeturas sobre el proceso de transformación, las etapas de ese proceso y los tiempos y ritmos de esas etapas. Es evidente que se trata de un símbolo –de un complejo entramado de símbolos– porque no hay un lenguaje, sino miles, y cada uno tiene su propia gramática, con su terminología completa y compleja, con su sintaxis propia, con su semántica característica y su morfología especial. La “cosa”, esa cosa, esta cosa, se dice “cosa”, pero se dice “thing”, “ding”, “gjë”, “Sache”, “chose”... Otros símbolos que sí lo parecen, se aceptan sin embargo como cosa natural porque son tomados así por todo el mundo y desde siempre: las banderas, que son consensos tan generales que se sienten como las cosas mismas que simbolizan, aunque todo el mundo comprende que un trapo de colorines no es una patria con su territorio, sus gentes y su historia pero... sí que lo es. La característica esencial de los símbolos es doble: por un lado la relación establecida entre el símbolo y lo que simboliza, por otro lado el aspecto convencional, consensuado, de esa relación.

Como se trata de un consenso, la relación no es nunca esencial, natural, “significativa”; es susceptible de variación, de sustitución y muchas veces es simplemente una más de las muchas relaciones que se pueden establecer entre la misma cosa simbolizada y multitud de símbolos diferentes (o un símbolo y muchas cosas simbolizadas).

La relación es, sin embargo, auténtica, aunque sea convencional. No auténtica en cuanto natural, que acabamos de repetir que no lo es, sino en cuanto a que, mientras permanezca y el símbolo simbolice lo que simboliza, la relación es efectiva, hay esa relación. Entre la mesa y la palabra española “mesa” hay una relación estable, por muy caprichoso que haya sido su origen (o muy azaroso históricamente).


Que los símbolos sean convenciones no les quita importancia, al contrario, se la da. Los seres humanos somos simbólicos, vivimos en los símbolos. Vivimos en un mundo simbólico, en él, desde él, y sustentados sobre él, y ese mundo de símbolos, todo él y cada símbolo concreto, es una construcción “convencional” de la mente humana.

Signos.- Los signos son relaciones naturales y, por lo tanto, esencialmente conectadas entre los signos y sus significados. El humo y el fuego son el ejemplo que se suele poner, la fiebre y la infección añado yo; el graznido del cuervo y el cuervo... etc. Los signos no son convencionales, sino naturales, la relación que representan pertenece a su naturaleza esencial. Si el humo es signo del fuego, es porque el fuego entraña humo y nunca traiciona la experiencia habitual. El mundo de los “efectos especiales” puede producir fuego sin humo y humo sin fuego, del mismo modo que graznidos sin cuervo y cuervos mudos... pero la relación natural entre el signo y lo significado es natural, lo es esencialmente; para contravenir ese hecho hay que sacarlo de su contexto normal, cambiar su naturaleza o simular que se cambia.

[Advertencia: las palabras “signo” y “símbolo” se usan de formas muy poco respetuosas con sus distinciones y formas de ser y actuar. Por ejemplo, aunque muchas veces se usa correctamente la expresión “símbolos matemáticos” o “símbolos lógicos”, muchas veces se dice “signos matemáticos” o “signos lógicos” de un modo totalmente inadecuado; por ejemplo se dice “signo menos” o “signo negativo” a la raya horizontal que se pone delante de las constantes o variables que decimos ser negativas. Pero una rayita horizontal no significa negativo ni significa positivo, no significa nada; simboliza –eso sí– lo que queramos que simbolice, pero no significa, no es un signo, es un símbolo. Todos los símbolos de la matemática, las propias cifras, los “más” y los “menos”, los “por” y los “entre”, la raya de las fracciones, el símbolo de las raíces, la “igualdad”, el “mayor que” y el “menor que”... todos son convencionales, simbólicos. Todo el sistema métrico decimal lo es, su valor posicional, su agrupación en decenas, su “0"... Lo mismo que los símbolos lógicos, todos ellos].

Símbolo-y-signo.- La realidad, nuestro mundo –lo que no hay (ver el Ensayo nº 15)– , es un constructo de la inteligencia que estructura los datos –elementos absolutos carentes de sentido– en hechos dotados de significado y éstos en estructuras reales. En tanto que es una creación de la Capacidad Relacional General de la inteligencia, la realidad es simbólica, una red de símbolos. Pero como, una vez construida, es totalmente independiente en su comportamiento y está definida por sus propias determinaciones, es igualmente una red de signos. Nuestra realidad es a la vez el territorio significado y el mapa de símbolos/signos que lo significa.


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017-LA AMISTAD
Miguel Cobaleda
01-07-2022


La amistad se presenta –casi siempre de golpe– al sujeto que la recibe como un milagro especial, inesperado y mágico, con una serie de aspectos; de entre todos ellos se pueden destacar los siguientes:

1) Deslumbramiento.- La personalidad del Amigo se presenta como una luz casi esencial, algo no específicamente físico aunque sí perceptible, algo capaz de entresacar la figura y el rostro del amigo de entre la muchedumbre. No incluye generalmente atracción corpórea, consiste en una “relación de auto-retorno”: en ese flash inicial sentimos que nos mira y nos ve mirándole y viéndole. El deslumbramiento no necesariamente se produce al inicio de una amistad, las amistades “inveteradas” suelen sustituir el deslumbramiento inicial por la “iluminación progresiva”. El deslumbramiento de la amistad no es algo sencillo ni solamente presente en los momentos iniciales, es algo más. Se trata de uno de los fundamentos más sólidos de la amistad. La personalidad humana es muy rica, cada uno de nosotros es un mundo de paisajes variados, muchos superficiales y a plena luz de los demás, muchos otros ocultos. El deslumbramiento nos deslumbra por la novedad, y nos impulsa a desvelar ese territorio nuevo y fascinante que es el otro. Ese impulso hace que nos adentremos gozosos en la personalidad del otro, que se abre a nosotros como nosotros nos abrimos a él. Se trata, pues –y es una parte esencial del milagro de la amistad– de un deslumbramiento que nos ilumina por dentro, nos hace ver ciertos tesoros propios que la llama del amigo descubre en nosotros para admiración suya y nuestra. Siempre hay un puente de tesoro entre las almas de dos amigos, no se puede ser amigo de nadie si ese puente no se da.

2) Vasos comunicantes en lo profundo.- Se desprende de lo anterior como la conclusión se desprende de sus premisas. Los amigos siempre se sienten unidos en las zonas profundas del ser, esto es, por encima de los avatares y de las circunstancias. Como en los vasos comunicantes, se trata de una continuidad, es algo más que una simpatía fronteriza; no son dos líquidos próximos, uno de cada recipiente, sino el mismo y, por ser el mismo, puede alcanzar la superficie de cada vaso desde la superficie del otro. No estoy disfrazando la realidad con metáforas, la explicito. Cuando vemos al amigo y nos cambia el estado de ánimo ¿qué sería, sino la continuidad de dos vasos comunicantes por su fondo? No significa esto que el amigo anule al amigo, muy al contrario. Un amigo nos siembra virtualidades, nos labra las praderas yermas del alma con maravillas que no había en nuestro interior antes de su entrega, y lo hace desde su fondo, desde lo profundo de sí mismo nos comunica su don. La amistad, como vasos comunicantes en lo profundo, es capaz de superar la quiebra “a cierta altura” de uno de los dos y seguir subiendo más allá del lugar roto, más allá de la desgracia (incluso –que se lo pregunten a los amigos que han perdido a un amigo– más allá de la muerte).

3) Egoísta con el yo del otro, no con el propio yo.- La amistad es un conjunto de milagros, no es raro que surjan prodigios a cada paso de su análisis. Es natural que seamos egoístas en la exaltación y defensa del propio yo. En la amistad lo que sucede es que somos egoístas en la exaltación del yo del amigo, no en el nuestro, somos egoístas de su ego, no del nuestro. Nos hemos hecho fan de su club de fans y hemos dejado por el momento de ser del propio. No se hace esta renuncia por la espera de una retribución; no se hace porque ese “club” sea mejor que el nuestro y nos convenga hacernos de su grey para subir de status; ni se hace porque su casa sea un palacio mucho más cómodo que nuestra choza: se hace porque, en la amistad, recibir consiste en dar. Cualquiera que tenga al menos un amigo sabe de lo que hablo porque lo habrá sentido muchas veces, cómo en el intercambio de regalos no se cuida de recibir el que le entreguen, sino del anhelo de entregar el suyo.

4) Camaradería.- Se desprende de todo lo anterior porque es lo mismo. Me gusta el concepto de “camarada”, el que comparte la misma trinchera, esto es: tiene los mismos amigos que yo, los mismos enemigos que yo, sufre la misma intemperie, come el mismo rancho, persigue los mismo objetivos, defiende mi vida cuando defiende la suya, llega con su mano a donde no llego con la mía... Decir “camarada” es otra forma de decir “yo mismo”. Los camaradas no tienen espalda porque el amigo la defiende, descansan porque el amigo vigila, no se lamentan de su soledad porque no están solos, no sienten temor porque comparten la esperanza.

5) Sosiego en plenitud.- Plenitud, pero sosiego. Cuando las brasas del mundo nos ponen a punto del estallido, la amistad impide esa explosión, remansa las vivencias en un sosiego de calma, nos hace recobrar la sensatez momentáneamente perdida. La amistad es el oasis, es llegar al hogar después de un viaje peligroso y agotador, sentarse junto al fuego, estirar los brazos y las piernas hacia el calor, beber un vaso de agua cristalina, cerrar los ojos y dormir el sueño del descanso. El sosiego en la plenitud, que acaso parezca menos importante en comparación con el deslumbramiento o la camaradería, es precioso en su recatada domesticidad.

6) El tiempo.- El tiempo, amigo y enemigo a la vez, lija la amistad como lo lija todo. El tiempo es el adversario de la amistad si no sabemos convertirlo en aliado. Pero el tiempo es también nuestro amigo, nunca olvidemos esto. Del mismo modo que el aire es lo que se opone al vuelo del halcón y también es lo que sostiene ese vuelo, del mismo modo el tiempo es lo que nos acaba matando, pero es igualmente el paisaje de nuestra historia.

7) La decisión.- Podemos hacer lo que el item anterior solicita porque la amistad, además de un deslumbramiento y de una comunidad en lo profundo, es una decisión. La decisión es el nervio de acero que se oculta dentro de los cables aparentemente frágiles y soporta el peso del puente. El puente entre la profundidad de dos almas se mantiene por la decisión, que nunca cede. Mientras la iluminación nos deslumbra, parece que no necesitamos ni decisión ni constancia, la amistad se mantiene sola, puede que nos acostumbremos a considerar ese milagro como cosa natural que no necesita que pongamos nada de nuestra parte. Es un error: desde el mismo principio, cuando el milagro sucede, nuestra decisión es la tierra que sostiene esa planta.


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018-LA INMORTALIDAD
Miguel Cobaleda
01-08-2022


Resumen.- Si no hay muerte, hay vida eterna. Si no hay acabamiento, hay continuidad interminable. No existe término medio. Pues bien, la continuidad interminable no es considerada con atención y analizada con lupa por las religiones que denuncian el dato absoluto de la muerte, lo recusan y proponen la alternativa de la vida eterna.

Podemos definir la vida eterna como queramos, ya que su existencia se produce en un paraíso celestial que nadie perfila y que cada cual puede interpretar como sus deseos quiméricos le propongan. Pero hay que ir paso a paso y de menos a más:

1. ¿Durante cuánto tiempo?... Porque si somos los mismos que somos, nos acabaremos aburriendo del panorama si no en el primer mes, ni en el primer año, ni en el primer milenio, ni en el primer millón,... seguramente sí en el millón cuatro mil millones, o en el cincuenta mil trillones.

2. ¿Que no seamos los mismos?... ¿Soportaremos el Paraíso si dejamos de ser los que somos y pasamos a ser otros?... ¿Queremos una vida eterna que, para durar, tenga que convertirnos de cuando en cuando en unos extraños absolutos, y luego en otros y después en otros, borrados para siempre los que fuimos, los que ahora somos...? (Nótese que esto es lo mismo que morir...).

3. En caso de que ya no sea temporal ese lugar celestial de la vida eterna, ¿queremos ir a tal escenario del que es imposible que nos hagamos idea ahora mismo porque es tan diferente de todo lo imaginable que está fuera de nuestra capacidad?

4. Todo esto son palabras vanas porque lo relativo al Paraíso es totalmente otra cosa, absolutamente otra cosa. Bien, de acuerdo. Pero el nosotros de ahora no es otra cosa, no somos otra cosa, somos lo que somos. Si para encajar tenemos que dejar de ser lo que somos y ser algo completamente distinto ¿estamos seguros de que queremos dejar de ser lo que somos? (¿Dejar de vivir para vivir...?).

5. La cuestión de que nosotros seamos los que somos o seamos otros; y la cuestión de que se trate de un Paraíso Celestial conforme a lo que ahora imaginamos y deseamos, o se trate de algo completamente diferente, tanto que ni siquiera se nos puede explicar porque está totalmente fuera de nuestra comprensión, estas cuestiones no son triviales. Las religiones –y nosotros– confiamos en una vida eterna que sí que será eterna, sí que será vida y sí que será de nuestro agrado, esto es, sí que será feliz. Es esencial que ese nosotros, que no será nosotros, sea feliz con una felicidad que no es la felicidad en ese Paraíso que no es el Paraíso. Y es esencial que todo ello suceda en una eternidad que no se corrompa con su propia infinitud, una eternidad que no será el tiempo duradero, sino otra cosa que no podemos ni entender ni asimilar...

6. La alternativa a morir es no morir. Nunca. Las religiones no se adentran en estos asuntos porque tales temas no son decidibles. Hablan de una vaga sensación de felicidad imprecisa, pero incluso si en eso consistiera todo y no hubiera ninguno de los interrogantes anteriores que he citado, la felicidad no es para todos la misma cosa, en realidad nadie tiene claro en qué consista ni siquiera la suya propia. Bien, encendamos en el interior de esos espíritus incorpóreos una sensación de felicidad, cada cual la suya... ¿Parece un paraíso?... Parece una comuna de fumados, cada cual en su éxtasis particular.

7. La memoria es otro asunto. Si cada inmortal tiene memoria de todo lo que experimenta en su paraíso ¿nunca se borra ese almacén de infinitos recuerdos? Si no tiene memoria, si cada instante es único y nace desde la nada anterior y en la nada posterior se disipa ¿cómo es la consciencia de tal paraíso, de tal felicidad? Porque no creo que nadie de los que ahora esperamos una vida eterna en el Paraíso, desee esa vida eterna como vivencia instantánea, no temporal porque el tiempo dejará de tener sentido, sin recuerdo de lo que fuimos –que ya no lo seremos–, sin constancia del yo, sin conservación de la identidad que nos hace ser esto que somos. (Sin memoria, sin identidad, sin tiempo... todas son formas de muerte).

8. Las religiones saben que necesitamos cercanía, por eso los redentores son humanos o, si son divinos, se hacen humanos, viven entre nosotros, sufren como nosotros, mueren por nosotros. Por lo tanto en este asunto de la vida eterna –sobre todo en este asunto de la vida eterna– los feligreses de a pie necesitamos cercanía, un Paraíso que sea a la vez posible y creíble.

9. La coartada de los avatares y re-encarnaciones de ciertas religiones de Asia siempre me ha parecido infantil: si no recuerdas tus vidas anteriores, no has tenido vidas anteriores. Si no las olvidas, tu memoria infinita es un infierno y no una solución.

10. La inmortalidad supone la eternidad y la eternidad es uno de los avatares del infinito:

a. Si concebimos la eternidad como una duración infinita, en un tiempo infinito caben infinitas veces infinitos sucesos, e infinitas veces infinitas partes de cada suceso infinito. Como no podemos imaginarlo, simplificamos y nos quedamos con que es un tiempo que dura mucho, una cosa estupenda porque lo malo del tiempo es que “se nos acabe”; pero no somos conscientes del concepto “no se acaba”.

b. Si concebimos la eternidad como una duración simultánea, entonces su densidad es esencial, no superficial. Significa que cada vivencia es la suma de todas las infinitas vivencias. Cada vivencia es tan densa que consiste en la totalidad, es inextinguible, es absoluta. Pero no somos conscientes del concepto “densidad absoluta de cada vivencia”.

11. “Inmortalidad” es la negación de una negación. Ya sólo este hecho debería ponernos sobre aviso: en primer lugar, cuando algo no puede ser definido de forma afirmativa, sino sólo de forma negativa, significa que es imposible de definir, que no tiene –o no conocemos– sus límites. Además, las definiciones negativas quieren decir que no sólo carecemos del concepto de algo, sino que carecemos de la posibilidad de definirlo, ni sabemos lo que es ni sabemos lo que no es.

12. La muerte nos espanta, de modo que admitimos sin reflexión cualquier cosa (promesa, concepto, consejo, receta...) que aleje ese espanto de nosotros. Puesto que somos limitados y el espanto nace de que la muerte es ilimitada, se nos convence y sosiega con un truco que consiste en decir que lo ilimitado de la muerte se conjura con... lo ilimitado de la vida. Abarcamos vitalmente un paisaje muy pequeño en el que no caben horizontes infinitos; por ello no podemos hacer otra cosa que circunscribir lo ilimitado al panorama posible, mutilar el universo para que quepa en nuestro mapa, y poner en los márgenes de ese plano insuficiente la leyenda “etcétera”, que no sabemos lo que significa. Cuando consigamos encajar la muerte en nuestras expectativas (solamente el acto creador le confiere sentido), entonces habremos alcanzado otro nivel de Humanidad y nos habremos reconciliado a la vez con una muerte eterna y con una vida eterna –si no son la misma cosa–.


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019-EL REMORDIMIENTO
Miguel Cobaleda
01-09-2022


RESUMEN.- El remordimiento no existe, es egoísmo y vanidad. Consiste en que el sujeto se diga a sí mismo: “Fue un momento especial, yo no soy así, no tengo la culpa de lo que me pasó, nunca antes me había pasado”. El delito –el pecado, el crimen, lo que fuere– no ha sido “hecho”, sino “padecido”. Ni es posible ni serviría para nada.

No es posible en el sentido que se le da habitualmente:

* Si consiste en una pose superficial, entonces no es auténtico, se trata solamente de una ficción burda para que el delincuente se maquille ante su propio espejo.

* Si consiste en una actitud auténtica, pero somera, de “pésame Señor haberos ofendido”, entonces se trata de una recuperación de la tranquilidad espiritual, de satisfacer el precio del producto para quedarse con la conciencia tranquila: “no he cometido delito puesto que me arrepiento del delito cometido”. Una burla ¿inconsciente?

* Si consiste en una actitud auténtica y profunda, de verdadera contrición, se trata de castigar la maldad que también tenemos dentro, cauterizarla, sanarla por medios quirúrgicos, cuanto más dolorosos más quirúrgicos, más curativos; para recuperar la dignidad perdida, aunque sea a costa de una cicatriz y de una amputación (esa cosa maligna que, por suerte, ya no tengo dentro). Todos son modos de egoísmo, de autososiego, pues nos repugna nuestro propio comportamiento y solamente queremos limpiarnos de esa repugnancia, desollarnos si es preciso para arrancar de nosotros esa mancha inmunda (en cuyo caso el remordimiento es una quimioterapia de salvación propia, egoísta, porque la alternativa es la muerte, la autodestrucción).

* Si fuese posible, tendría que ser una intelección diáfana, judicial, equilibrada; una volición decidida, determinada; y un sentimiento sin indultos.

** Una intelección diáfana, judicial, equilibrada.- Debería el delincuente juzgarse a sí mismo como le juzgaría un juez ajeno, desconocido y profesional: con los hechos desnudos sobre la mesa, midiendo los motivos en lo que son y valen. Sin conocerse por dentro como se conoce a sí mismo. Un atributo del juez justo e imparcial es que no conoce al reo como el reo se conoce a sí mismo, no puede ser parcial a su favor ni serlo en su contra. La ausencia de este requisito –que es imposible que se dé porque en el remordimiento es el reo su propio juez– es lo que hace imposible el tal remordimiento.

** Una volición determinada, decidida.- Esta condición sí puede darse, aunque siempre bajo sospecha y, por tanto, sin la pura desnudez judicial. Si el delincuente se es demasiado favorable, o si se es demasiado adversario, esa volición está contaminada.
** Un sentimiento sin indultos (y sin condenas sumarísimas; ni lo uno ni lo otro).- El sentimiento ¿puro? no es cosa de este mundo, siempre rema a favor de la corriente o en contra de ella, pero siempre rema, nunca está inmóvil. No se dice de los amantes, que van el uno hacia el otro “por las potencias oscuras”; no se dice de los amigos, aunque la amistad sea más limpia, porque siempre llevamos a abordo al reptil egoísta, al niño llorón, al compadre amiguista, al envidioso inevitable...; y no se dice de los padres a los hijos porque están protegiendo los genes y les comanda la especie, que sólo se ama a sí misma.

Y no serviría para nada (aunque a veces se pueda devolver el objeto del delito/ofensa y de hecho se devuelva):

* Puesto que no hay ningún sistema para volver al pasado, no existe el modo de deshacer lo hecho, de des-cometer el delito, de des-matar al asesinado, de des-ofender al ofendido. La esencia del delito permanece, sean cuales sean los métodos “ortopédicos” que se usen para justificar el remordimiento. (Devolver lo robado no borra el robo).

* Los partidarios del perdón, del remordimiento y similares, hablan de compensación, de castigo, de penitencia. Si estos sistemas fuesen operativos, lo primero que habría que hacer es establecer las equivalencias... y en eso difícilmente puede haber acuerdo. Los sistemas judiciales han sido tan diferentes en los distintos momento de la historia, y son tan diferentes ahora de unas naciones a otras, que queda bien clara la imposibilidad de ajustar un sistema de compensaciones que efectivamente concite un consenso general. Pero es que, incluso si se pudiera establecer tal equilibrio por consentimiento general, seguirían siendo de naturaleza totalmente distinta las compensaciones y los delitos. Robas 10, devuelves 10, pero no “des-robas” el robo. En cuanto a delitos cuya esencia impida la devolución, como la deshonra, la violencia, el asesinato... ¿Qué equivalencia sería “equivalente”?

El remordimiento es un simple acto de compraventa. No niego que se trate de un proceso moral, lo es por completo; lo que digo es que su nivel ético queda reducido a una transacción del delincuente con su delito, como comprar las bulas aquéllas que permitían comer carne cuando comer carne estaba prohibido. Es un acto moral, a mi juicio moralmente perverso porque condona delitos y, por ello, facilita que se sigan cometiendo. En mi opinión, en este asunto del remordimiento la única opción moralmente admisible sería que no tuviera que haberlo por el sistema de evitar el delito.


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020-LA VIRTUD Y EL VICIO
Miguel Cobaleda
01-10-2022


RESUMEN.- La Virtud es la operación conjunta del instinto y de la inteligencia libre, bajo la dirección de la inteligencia. El Vicio es la operación conjunta del instinto y de la inteligencia libre, bajo la coerción del instinto.

El equipamiento corporal con que nacemos los seres humanos tiene muchas faltas, defecto que debemos subsanar a lo largo de nuestras vidas empezando cuando antes. Por ejemplo, venimos a este mundo sin saber andar. Venimos al mundos sin costumbres, y demos gracias por nacer con el reflejo succionador, porque sin él –sin saber mamar–no duraríamos gran cosa. Subsanamos estas carencias con una disposición general para adquirir mecanismos constructores de costumbres. Esa disposición nos permite “hacer hábitos”. Los hábitos no pertenecen a la naturaleza, no nacemos con ellos pero, una vez adquiridos, son como la naturaleza, son una segunda naturaleza y se comportan con “naturalidad”, esto es, con eficacia y de forma mecánica (ya no requieren atención, se efectúan de modo automático y no necesitamos pensar en ellos, nos ahorran gran esfuerzo mental). Al no ser naturales, no todos tenemos los mismos hábitos –no todos adquirimos los mismos hábitos–.

1.- Criterio tradicional.- Las virtudes son hábitos operativos buenos, y los vicios hábitos operativos malos.

2.- La Virtud como altruismo y el Vicio como egoísmo.- Como se admite de forma universal (con mi excepción en los términos en que lo he explicado otras veces) que el bien común es el Bien por Antonomasia, y el bienestar individual tiene que estar subordinado al común, el comportamiento altruista es bueno, el egoísta es malo.

3.- La Virtud como construcción y el Vicio como destrucción.- Un planteamiento muy básico presenta el panorama de la Historia Humana como procesos constructivos y procesos destructivos. Los dos conceptos, “construcción”, “destrucción” son relativos. Por ejemplo, la mayor parte de las veces, para construir hay que empezar destruyendo lo previo que ya no vale, sea un edificio, sea un comportamiento. No se pueden generalizar sin prudencia porque la destrucción no siempre es mala –si es destrucción de lo perverso, de lo nocivo, por ejemplo–.

4.- Ambigüedad de las definiciones.- Estas tesis suponen casi todo, que sabemos qué es lo bueno y qué es lo malo; que sabemos dónde está el equilibrio, el “justo medio”; que sabemos cómo hacer para adquirir una virtud; que sabemos cómo hacer para que la virtud no se corrompa... Pero no siempre sabemos todo eso, ni siempre todo eso puede ser sabido con certeza: 1) Lo bueno aquí, es malo allí. 2) Lo bueno ahora, fue malo antes o será malo después. Un ejemplo claro es la esclavitud; el invento de la esclavitud no lo fue como una maldad cruel y desalmada, al contrario: la esclavitud se inventó como una forma de altruismo, de compasión. La esclavitud fue la alternativa humanitaria a la muerte segura. 3) Lo bueno bajo un supuesto, es malo bajo otro.- Los criterios de moralidad no siempre son los mismos porque se pueden fundamentar en supuestos distintos.

5.- La Virtud es la actividad conjunta del instinto y de la inteligencia libre, bajo la dirección de la inteligencia. El Vicio es la actividad conjunta del instinto y de la inteligencia, bajo la coerción del instinto.-

5.1.- No podemos –y no querríamos aunque pudiésemos– prescindir del instinto. Es un instrumento de una potencia inmensa, viejo como el mundo –máximamente experto en su campo–, su ayuda en trances extremos es vital, nunca descansa, nunca se despista, nunca duerme. No es versátil, no aprende, no cambia, no inventa, no resuelve problemas nuevos ni los viejos con soluciones distintas. Y aunque parece “muy nosotros”, es en realidad un servidor de la especie, un “topo” que la especie nos coloca a bordo para que defienda en el nosotros individual sus intereses específicos. Es la esencia superviviente del reptil ancestral.

5.2.- La inteligencia, por sí misma, es muy nosotros pero no del todo; es “más amiga nuestra” que el instinto específico, pero es una mochila que llevamos a la espalda y que sirve para todo, aunque no forma parte de nuestra entraña más vital. La inteligencia+la libertad sí es nosotros en cierto modo, aunque la inteligencia siga siendo un instrumento externo y la libertad esté mediatizada por pasiones, pulsiones, motivaciones... Pero es el “nosotros más nosotros” que se pueda dar. Inteligencia+instinto+libertad es lo que somos. Y cada uno tira por lo suyo, hacia su lado, hacia su interés.

5.3.- La Virtud como ascenso hacia la superación del nivel de humanidad de la Humanidad, el Vicio como regreso hacia la animalidad pre-humana.- Podemos subir y podemos bajar. Puesto que somos seres temporales, puesto que el tiempo es un hilo esencial del tapiz de nuestra esencia, lo que parece que no podemos es quedarnos como estamos, inmovilizar el momento para que se vuelva eterno.

6.- Virtud es todo movimiento colectivo y/o individual que recorra el camino hacia adelante, hacia la superación del actual nivel de Humanidad en otro superior y más “humano”. Vicio es todo movimiento colectivo y/o individual que descienda hacia estratos menos “humanos” de la Humanidad. Somos capaces de la utopía, pero somos capaces del desastre. Virtud o Vicio: en cada instante tenemos que elegir, y de cada elección y de cada instante depende nuestro futuro.

 

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