DESARROLLOS DE LOS MICRO ENSAYOS
TWITTER
ENSAYOS FILOSÓFICOS MENSUALES
RECOPILACIÓN 02
Miguel Cobaleda
@MACCGL
#SíntesisTesis Colección de Ensayos Filosóficos breves
011 al 020
011-CAUSALIDAD 
I/IV-LA CAUSALIDAD Y EL TIEMPO
Miguel Cobaleda
01-01-2022
ADVERTENCIA.- Este ensayo, a diferencia de otros de esta misma colección –que 
consisten en reflexiones filosóficas directas– utiliza un estilo de parábola o 
de metáfora. No obstante, pretende también explicar su concepto –en este caso LA 
CAUSALIDAD– aunque por modo de alegoría. [Éste es el 1º de cuatro ensayos 
complementarios].
RESUMEN.- La causalidad es una relación temporal que se comporta como eterna 
cuando funde los efectos con sus causas.
En principio cabrían tres modos distintos –entre otros (ver el ensayo IV/IV)– de 
tratar el tema de la causalidad:
1) Modo causal metafísico: el ser de las causas produce el ser del efecto en una 
especie de túnel de comunicación que permite el trasvase óntico del ser desde la 
causa al efecto.
2) Modo empírico (humeano especialmente): acepta que el fenómeno sucede, sí, 
pero sin “túneles” ni conexiones, sino que son simples repeticiones habituales; 
como a algunas de esas repeticiones les damos el carácter de causa (cada vez que 
golpeo, suena), y a otras no (aunque el gallo cante antes de que salga el sol, 
no es el canto del gallo el que produce la salida del sol), es que añadimos un 
feeling, un sentimiento especial que acompaña a ciertas percepciones repetitivas 
y nos hace interpretarlas (a ellas, no a las otras) como procesos causales.
3) Modo estadístico: La Estadística, en relación con la cuestión de las causas, 
no ha oído hablar del tema. Es una solución diferente y ajena al estudio de los 
efectos, que no se relacionan con sus causas –si las hay o no las hay, si 
producen o no producen el ser del efecto, es irrelevante– , sino que los tales 
efectos se cuantifican y extrapolan. [En el Ensayo14 trato la relación entre la 
probabilidad cuántica y la causalidad].
Interpretación alegórica de la causalidad.- El proceso causal es una especie de 
excrecencia del tiempo, una rebaba que sale como residuo al extrudir el tiempo 
sus momentos para que discurran, digamos “lisos”, por el cilindro de la 
duración. El tiempo es una duración continua y, como sus instantes son 
sucesivos, la unión entre ellos tiene que ser inapreciable, fluida, no puede 
haber baches o grietas entre unos instantes y otros: no puede ser que ahora este 
instante presente, en vez de convertirse de inmediato en un instante pasado, 
deje una especie de residuo intemporal entre instantes, algo que no es tiempo 
inserto entre los instantes del tiempo. No cabe tal cosa, de modo que el tiempo 
tiene un troquel para extrudir a los diferentes instantes y que no rocen dentro 
del cilindro duración y se enganchen sin solución de continuidad los unos a los 
otros. Los propios instantes no “salen de fábrica” pulidos, tienen las 
superficies lisas, sí, pero no hasta la lisura de los “nanócronos”, de modo que, 
al ser extrudidos por el troquel de la duración, sueltan rebabas de tiempo que 
son excedentes, son tiempo que el tiempo deja fuera de la duración. Tenemos unos 
residuos temporales que, por haber salido de la corriente duradera, están en 
“territorio eternidad” “durante un tiempo”. Tiempo exiliado del tiempo y 
atrapado en la eternidad, eso es la causalidad, la relación establecida entre 
causas y efectos: una relación temporal que se comporta como eterna cuando funde 
los efectos a sus causas como el metalúrgico funde dos piezas que, siendo dos, 
pasan a ser una. Esta doctrina fantástica sobre la causalidad tiene, a pesar de 
su carácter, varias ventajas explicativas porque vincula sólidamente la 
causalidad con el tiempo, y en los dos sentidos:
1. Las causas son anteriores a los efectos. Nada que comentar, es el modelo 
tradicional intuitivo.
2. Los efectos son anteriores a las causas. [Desde Aristóteles conocemos la 
Causa Final, la cual actúa desde el principio “atrayendo” la acción del agente 
hacia el fin como propósito alcanzable]. Pero añado: las causas no pueden causar 
si el ser del efecto no está ya, a priori, en la causa, puesto que de otro modo 
cada causa podría causar cualquier tipo de efecto. El ser del efecto y el ser de 
la causa –vinculados temporalmente pero fuera del tiempo–, se atraen de forma 
inmanente a ambos, cada uno en sí mismo, pero trascendente a ambos, cada uno 
hacia el otro, lo cual implica una unidad en la dualidad que, sin necesitar 
trasvase de ser en el sentido causal –de causa a efecto–, garantiza comunidad de 
ser en ambos sentidos, y explica la relación causal que de otra forma no se 
explica. [La otra forma tampoco explica la razón de que la causalidad esté 
vinculada con el tiempo, el por qué de la contigüidad entre las causas y sus 
efectos; sin la vinculación inmanente=trascendente con el tiempo, lo mismo 
podría sonar ahora el golpe producido ahora, que sonar dentro de mil años, o 
haber sonado hace mil años].
3. Explica y posibilita la propia causalidad, que no es otra cosa que la 
manifestación del tiempo cuando actúa fuera del tiempo. El tiempo segrega los 
fenómenos causales, el “cemento de la causalidad” que une el mundo fenoménico, 
que aglutina los sucesos atómicos y los entes individuales en una totalidad 
coherente, la cual se sostiene entitativamente porque no es fluida –es eterna– 
pero sucede “mientras” fluye el tiempo mismo. Si matas y tu acto es inmutable, 
solamente puede serlo porque es un acto eterno que es inmune al tiempo, pero 
matar es un proceso que consume tiempo, que ocurre mientras el tiempo ocurre. 
Somos ráfagas de tiempo escapadas del tiempo y sedientas de eternidad: si hay 
otro modo de explicarlo, yo no lo conozco.
*** *** *** *** ***
012-CAUSALIDAD II/IV-LA ESTADÍSTICA, “SOMBRA” DE LA 
CAUSALIDAD
Miguel Cobaleda
01-02-2022
[Éste es el 2º de cuatro ensayos complementarios].
1. En el MICRO-ENSAYO 11 sobre LA CAUSALIDAD –donde se define ese concepto en 
forma de fábula, no tanto como ensayo filosófico cuanto como parábola– se cita 
de pasada el asunto de la Estadística: “La Estadística, en relación con la 
cuestión de las causas... es una solución diferente y ajena al estudio de los 
efectos, que no se relacionan con sus causas, sino que los tales efectos se 
cuantifican y extrapolan”. (Ver el ensayo IV/IV).
2. En varias ocasiones he dedicado análisis a la Estadística como sustituto de 
la Causalidad, en el sentido de que la primera ha pasado a ser –frente a y en 
sustitución de la segunda– el modo de interpretar los fenómenos; ya que no de 
explicarlos, sí al menos de predecirlos. Es esto, la predicción –que funciona 
muchas veces–, lo que le ha procurado a la Estadística su prestigio y el uso que 
ciertas disciplinas hacen de ella. ¿Qué disciplinas?:
a. Principalmente aquéllas que estudian objetos de enorme complejidad y entrañan 
dificultades colosales para desentrañar los entresijos físicos de sus cadenas 
causales, debido a ésa su naturaleza laberíntica, entremezclada y difusa. Y 
actividades comerciales como los Seguros de Vida, que se basan en estadísticas.
b. La Sociología, cuyo objeto de estudio es el comportamiento humano. La 
Psicología, que se enfrenta con la entraña de lo propiamente inefable. La 
Meteorología, donde los fenómenos obedecen a la vez a cantidades ingentes de 
parámetros. La Biología, que involucra combinaciones casi infinitas de 
moléculas. Incluso ciencias rígidas, como la propia Física, una vez que ha 
llegado al mundo cuántico y ha mordido un pedazo demasiado grande como para 
poderlo deglutir. La Medicina en su aspecto investigador, obligada a usar los 
descubrimientos de la Biología y a atragantarse también con ellos.
3. ¿Funciona la predicción?... Funciona la predicción... estadística, no la 
predicción causal: de los siete millones de vehículos que se desplazarán este 
Puente, sufrirán un accidente con víctimas mortales entre un 0,0004% y un 
0,0009% (entre 28 y 63). Ni se puede afinar más ni, por supuesto, predecir qué 
vehículos concretos, ni por qué motivos –mecánicos (qué piezas defectuosas...), 
personales (qué distracciones o imprudencias...), infraestructurales (qué firmes 
sin firmeza, accidentes sin señalar, baches, ausencia de drenaje...), o 
meteorológicas (qué lluvias, o nieblas, o nieves...)– sucederán los tales 
accidentes.
4. Es la diferencia intrínseca entre la predicción estadística y la predicción 
causal la que constituye el problema real del avance científico más allá de 
cierto límite de conformidad social. Es decir: esa diferencia es esencial. La 
Pandemia SARS CvD 2 lo ha puesto de manifiesto de modo letal, esto es, matando, 
sin que la ciencia haya podido responder nada más que con estadísticas y... 
fuerza bruta.
5. La respuesta estadística es fuerza bruta en comparación con inteligencia 
razonadora. Es lo mismo que la cirugía frente a la medicina molecular y 
genética; es lo mismo que subir al árbol contando al hacerlo el número de palmos 
de su altura, porque no hemos oído hablar ni de Tales de Mileto ni del Sistema 
Métrico Decimal. Parece que el método funciona..., pero en realidad no hay 
método. 
6. La labor de la ciencia en la Pandemia COVID 19 ha seguido una secuencia de 
pasos:
a. Ha consistido en crear vacunas en menos tiempo del habitual.
b. Haciendo que los ensayos de Fase III durasen menos de lo previsto.
c. Ensayando a la vez con muchos sujetos (fuerza bruta). O prescindiendo de 
parte del número óptimo (fuerza ciega). Los científicos de relumbrón han fingido 
en los medios saber de qué estaban hablando, pero...
d. ...pero los científicos más honestos se han visto obligados a recomendar o no 
ésta o la otra vacuna para ésta o aquella franja de edad... ¿Por motivos de 
conocimiento biológico molecular?... No: por no estar esas franjas debidamente 
computadas en la... estadística. Igualmente las recomendaciones sobre los 
efectos secundarios nocivos se han acogido a computaciones numéricas, al hecho 
de que el virus mata más que vacunarse. Pero se trata de una constatación 
estadística, no de ninguna comprensión biológica. Cuando las Agencias 
Internacionales de los Medicamentos han tenido que pronunciarse: 1) han tardado 
tanto que la población ya había resuelto el tema por sí misma; 2) han dado 
finalmente respuestas... estadísticas.
e. El uso de la estadística en sustitución de la causalidad, por un lado, y la 
comprensión parcial, muy incompleta, de los fenómenos biológicos involucrados, 
por otro lado, señalan con enorme contundencia y claridad lo muchísimo que nos 
falta para la comprensión real.
7. No saltaremos por encima de las bardas de este corral de ignorancia hasta que 
seamos capaces de predecir causalmente todos los fenómenos, incluso los de 
inmensa complejidad.
8. Los super-ordenadores, especialmente los cuánticos cuando se hagan realidad 
–no tardando–; los Mega-Super-Big-Data (cuando sean más que números y 
signifiquen sentido); las nuevas disciplinas científicas que surgirán desde 
mentes geniales y no desde la fuerza bruta... nos acercarán a esa comprensión 
real.
a. Entonces no necesitaremos la estadística para predecir el futuro porque 
haremos el futuro, detalle a detalle, a nuestra imagen y semejanza. Y acaso 
tampoco tardemos tanto.
*** *** *** *** ***
013-CAUSALIDAD III/IV-LA CAUSALIDAD DESORIENTADA
Miguel Cobaleda 
01-03-2022
[Éste es el 3º de cuatro ensayos complementarios].
RESUMEN.- La Física Cuántica y la Relatividad General se alían para derribar el 
venerable concepto de la causalidad, y proponen una causalidad cuántica, 
superpuesta, desorientada.
La física cuántica está discutiendo –suprimiendo– el viejo concepto de 
causalidad. No por argumentos filosóficos, como los de Hume por ejemplo, y por 
lo tanto admitiendo bajo cuerda que la discutida y denostada causalidad ha 
seguido siendo efectiva en el pensamiento científico a pesar de los fundados 
ataques de los pensadores de la Ilustración. Incluso admiten los físicos 
actuales que el nuevo planteamiento cuántico, que invalida la inveterada 
causalidad, va a hacer muy duro seguir en la ciencia sin ella. La llaman con 
nombres diversos, “causalidad cuántica”, “causalidad indecisa”, “causalidad 
superpuesta” o, mejor, “superposición de la causalidad”. Es a la vez cierto y 
real que la causa A causa el efecto B y que el efecto B causa la causa A, ida y 
vuelta a la vez. [Ejemplo.- Por mandato de su general, el cornetín de órdenes da 
la nota de “retirada”, a causa de lo cual los combatientes se retiran del campo 
de batalla (Causa: el sonido de la trompeta, primero; efecto: la retirada, 
segundo). Cuando el general comprueba que su vanguardia flaquea y retrocede, 
ordena al cornetín de órdenes que toque a retirada (Causa: el retroceso de la 
vanguardia, primero; efecto: el toque de corneta, segundo). Cuánticamente 
simultáneos, reales los dos, superpuestos, causalidad desorientada].
Todo esto se basa en una secuencia teórica de dos ramales que podemos resumir –y 
simplificar– así:
1. Ramal uno, la superposición cuántica.- Según la mecánica cuántica, un 
electrón –mientras no investiguemos qué estado de cada propiedad manifiesta en 
este momento–, se encuentra a la vez en todos los estados que obedezcan a la 
configuración completa de sus propiedades. Los profanos podemos mofarnos de la 
física cuántica: que si gatos vivos y muertos; que si la causa del efecto es 
luego el efecto de la causa; que si dos fotones son el mismo fotón... pero 
experimentos en diferentes laboratorios y épocas han ido produciendo 
conmutadores cuánticos irrefutables, a base de los pequeñísimos y velocísimos 
fotones mediante polarizaciones y otros trucos. Repito: IRREFUTABLES, al menos 
por ahora. Así que la superposición de estados alternativos es fehaciente, el 
puñetero gato está a la vez vivo y muerto, como zombie de película.
2. Ramal dos, la relatividad.- Según corolarios de la Relatividad General de 
Einstein, las masas gravitatorias producen elongaciones –estiramientos, 
distensiones– en el continuo espacio-tiempo, depresiones en la lámina del 
espacio clásico.
a. Primer efecto teórico –en este caso espacial geométrico– es que las tales 
hendiduras geométricas del espacio atraen hacia “su fondo” a las otras masas y a 
los móviles que circulen cerca de esas “hendiduras”.
b. Segundo efecto teórico –en este caso temporal cronológico– es que el tiempo 
se dilata o comprime según la proximidad de la masa gravitatoria en cuestión: 
cuanto mayor y más cercana la masa, más lento el tiempo.
c. Si dos acontecimientos teóricamente simultáneos (dos eventos cuánticos 
superpuestos) se producen a diferente distancia de la masa gravitatoria, de tal 
modo que el evento α esté cerca y el evento β lejos, el tiempo para α será más 
lento que para β, de modo que un elemento producido por β tendrá el ápice origen 
de su alcance causal en un punto de la secuencia temporal más inmediato que el 
ápice origen de su alcance causal de un elemento producido por α, “se producirá 
antes el elemento simultáneo de β que el elemento simultáneo de α”. De tal forma 
que el elemento de β podrá interferir causalmente en la producción por parte de 
α de su propio elemento, por ejemplo interrumpirlo. Como –según hemos visto en 
el ramal uno–, este estado (recordemos, Alfa más cerca de la masa, tiempo más 
lento, Beta más lejos de la masa, tiempo más rápido) está superpuesto al estado 
alternativo (Beta más cerca de la masa, tiempo más lento, Alfa más lejos de la 
masa, tiempo más rápido), resulta que ahora también sucede que el elemento 
simultáneo de α se produce antes que el de β, y aquél podrá interferir en éste, 
por ejemplo interrumpirlo. Los dos estados cuánticamente superpuestos, reales a 
la vez. El área del alcance causal se supone ser siempre la misma, lo que cuenta 
es el punto –en la secuencia temporal– de su origen: la potencia causal 
disminuye en el tiempo.
d. [Ejemplo general.- Pongamos dos ejércitos que van a combatir el uno contra el 
otro y todavía no se han encontrado en el campo de batalla, aún no se ven el uno 
al otro los respectivos generales. Y pongamos que un suceso ajeno, una avalancha 
de agua producida por un derrumbe, afectará al previsto campo de batalla de tal 
modo que anegará la parte más baja del valle convirtiéndola en un barrizal, 
mientras deja seca la parte alta, apta para las evoluciones de la caballería y 
de la infantería. Supongamos también que dos heraldos, cada uno de un ejército, 
han visto el fenómeno y advertido su importancia, y se disponen a avisar a sus 
respectivos generales. Finalmente supongamos que el jinete Y, del ejército azul, 
es más veloz que el jinete Z del ejército amarillo, lleva antes la nueva, el 
jefe azul se mueve deprisa, llega al valle, se coloca en lo alto antes de que el 
amarillo aparezca, el cual tiene que conformarse con el barrizal. La rapidez del 
heraldo azul –mucho mayor que la del heraldo amarillo– ha hecho que el 
movimiento del ejército azul obre como causa anterior al despliegue del 
amarillo, el cual es efecto resultante del despliegue previo del azul. Pero como 
las dos alternativas –los dos fotones que son el mismo– son reales y 
simultáneas, A LA VEZ que el heraldo azul es más rápido y el despliegue azul 
causa ANTES el efecto POSTERIOR del despliegue amarillo, AL TIEMPO sucede que el 
heraldo amarillo es más veloz que el azul, y el despliegue ANTERIOR del ejército 
amarillo en lo alto del valle ocasiona el efecto POSTERIOR del despliegue del 
azul en el barrizal].
3. Fusión de ambos ramales.- La causalidad superpuesta, indecisa, cuántica, la 
causa causando el efecto, el efecto causando la causa, ambos a la vez reales y 
superpuestos: no queda otra que aceptar esta conclusión. Lo que viene a 
significar que la vieja causalidad aristotélica –fundamento de la ciencia, y de 
la vida, desde al menos unos 2.300 años– está en entredicho. De todas formas, 
operativamente y al nivel newtoniano, podemos seguir confiando en ella mientras 
el fantasma de Hume nos lo permita.
*** *** *** *** ***
014-CAUSALIDAD 
IV/IV-LA ESTADÍSTICA OTRA VEZ
Miguel Cobaleda
01-04-2022
[Éste es el 4º de cuatro ensayos complementarios].
RESUMEN.- La “causalidad indecisa” que veíamos en el ensayo III/IV anterior, 
resulta estar ligada en cierta forma a la probabilidad estadística, en una 
revuelta inesperada de este camino cuántico. El colapso de la función de onda a 
uno de los estados obedece a la mayor probabilidad de su autovector dentro del 
espacio vectorial.
En primer lugar hay que precisar algunos conceptos, Autovector, Función de onda, 
Colapso:
Autovector.- Cuando en un sistema físico se produce una transformación, ésta 
puede analizarse mediante los cambios del espacio vectorial que defina al 
sistema. [Ejemplo: cuando recibo en mi celular una foto de mi nieto, suelo 
ampliar enseguida dicha foto, sobre todo si la figura de Miguel está 
empequeñecida en un paisaje amplio –que me interesa un pepino, porque lo que me 
interesa es Miguel–; pues bien, al hacer ese gesto con los dedos que nos permite 
ampliar imágenes en pantallas táctiles, modifico los vectores del espacio 
vectorial, amplío su módulo; el algoritmo que me permite hacerlo es lo bastante 
inteligente como para conservar todas las escalas, manteniendo los cambios 
vectoriales armónicamente de forma que, al ampliar, no se deforme ninguna parte 
de la imagen; pero si suponemos un algoritmo menos fiable, o más travieso, que 
me permitiera efectos parecidos a los espejos graciosos de las ferias, las 
transformaciones podrían alterar unos vectores y no otros]. Pues bien, se llama 
“autovector” de una transformación a un vector que, dentro del proceso de dicha 
transformación, o no cambia, o sólo cambia –de forma escalar– su módulo, pero no 
su dirección.
Función de onda.- Esta expresión es a la vez anacrónica y actual pues, aunque la 
explicación científica que la originó ya no se usa, la expresión misma se ha 
conservado. En los primeros albores de la cuántica estaba todavía muy presente 
el asombro de la dualidad onda-corpúsculo y se usaban representaciones gráficas 
de tipo más o menos cartesiano para esquematizar las “probabilidades” de que una 
partícula estuviese en este punto o en aquel punto del conjunto gráfico que 
representaba la onda asociada a la misma; estos esquemas eran, claro está, la 
imagen gráfica de la onda como resultado de los valores probabilísticos de la 
función, así que el nombre adecuado era “función de onda”. Actualmente –y puesto 
que una cantidad mensurable de cualquier sistema físico representa un 
autovector– el asunto se interpreta en forma de espacio vectorial en relación 
con una base vectorial. Los vectores en la base se reducen a series de números. 
Pues bien: cuando un vector del espacio vectorial, que es una cantidad 
mensurable de una propiedad de la partícula, se interpreta en relación con la 
columna de números que es su expresión “contable” en la base vectorial, tenemos 
una función de onda.
Colapso.- Si imaginamos la función de onda como antaño (gráficos 
tridimensionales de ordenador, con finas líneas que se ondulan), colapsar sería 
que todo el tingladillo de líneas se viene al suelo, una maraña, dejan de 
significar, dejan de representar estados –dejan de ser–. Si nos referimos al 
momento en que tratamos de medir los diversos estados vectoriales de diferentes 
propiedades de un sistema físico y, al intentar esa medición, la superposición 
de esos estados se diluye y solamente permanece uno (como exigen los postulados 
III y IV), “colapsar” es también un término adecuado.
Mientras no miremos al electrón –no tratemos de medirlo colapsando la función de 
onda– a ver en qué lugar se encuentra de todos aquéllos en los que puede 
encontrarse, se encuentra al tiempo en todos ellos, aunque puede que “con 
distinta probabilidad en cada uno”. Ahora bien, en cuanto medimos el valor del 
autovector de una de sus propiedades, entonces... Esto obedece al Postulado IV 
de la mecánica cuántica; y la probabilidad del estado cuántico obedece al 
Postulado III. 
El Postulado IV viene a decir que si, partiendo de un estado cuántico puro 
–virgen–, medimos el valor de un autovector concreto, “filtramos” al hacerlo el 
estado cuántico al valor de ese autovector:
∣ψ〉 ⇒ (A ≫ ai ⇒ 
ffi Mai ) ⇒ ∣ai〉
donde ∣ψ〉 representa el estado cuántico puro en el que medimos el observable A 
(cualquier propiedad del sistema susceptible de ser medida mediante operaciones 
físicas) y nos da como resultado ai (un autovector concreto, un autovalor 
concreto como resultado de la medida), de forma que entonces se “filtra” el 
resultado a un subespacio Mai (el símbolo tipográfico ffi para “filtrado” tiene 
otro color porque es un símbolo metalingüístico –y mixto: ff+i– que no pertenece 
a la fórmula).
El Postulado III viene a decir que el estado en que colapsará la función de onda 
tendrá una probabilidad proporcional al cuadrado de la amplitud del autovector 
dentro del espacio vectorial:
P A∣ψ〉 = ∣〈a∣ψ〉∣2
En suma: cuando en un estado cuántico se combinan varios autovectores, se 
produce una superposición de estados (lo dicho, se dan todos a la vez). Ahora 
bien, al medir, el estado cuántico colapsa filtrando aleatoriamente sobre uno 
solo de los valores de la superposición. He puesto en itálicas “aleatoriamente” 
porque sí, es aleatoriamente, pero falta añadir el postulado III, es decir que, 
aunque sea aleatorio el resultado, la probabilidad de que colapse en un 
autovector concreto viene dada por el cuadrado de la amplitud de ese autovector 
en la combinación general, de donde ese carácter aleatorio es máximo cuando la 
amplitud de los autovectores presentes en la combinación sea la misma, pero está 
en cambio a favor de cualquier autovector cuya amplitud en la combinación sea 
mayor que la de los demás autovectores.
*** *** *** *** ***
015-LA REALIDAD
Miguel Cobaleda
02-05-2022
RESUMEN: La nada es lo que hay; la realidad –una construcción de la 
inteligencia– es lo que no hay.
La frase anterior, tan absurda, parece un juego de palabras, o ni siquiera: una 
simple tontería. No obstante, es la tesis fundamental de mi pensamiento 
filosófico.
Los seres humanos vivimos en un mundo, en nuestro mundo. Yo, por ejemplo, he 
salido a la calle, camino por la acera, fijo la mirada en un toldo azul que 
protege del sol las mesas de una terraza de bar; supongamos que es verano y el 
toldo azul se agradece. Oigo conversaciones, toco una pared, huelo la fritanga 
que sale por la puerta del bar: 
1) Mis ojos ven el azul del toldo y el propio toldo que se recorta sobre la 
fachada de ladrillo. 
2) Oigo las conversaciones de los clientes sentados en esas mesas, en especial 
la voz de una joven que cuenta cierta aventura que ha vivido con sus amigas: 
“Laura sacó mi monedero de mi bolso y pagó con mi dinero, todo entre risas, 
porque a esas alturas ya estábamos muy alegres...”. 
3) Huelo el aroma, seguramente panceta a la plancha. 
4) Me tropiezo con una baldosa levantada y, para recuperar el equilibrio, me 
apoyo en la pared de ladrillo de la fachada. 
Mil cosas como ésta son nuestro mundo: el suelo de la calzada, el semáforo, los 
automóviles, mil otros colores, mil otros sonidos, mil otros olores y tactos... 
Puertos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, ciudades, explotaciones 
forestales, cultivos... Ríos, océanos, cordilleras, continentes, el Sol, la 
Luna, La Vía Láctea, las galaxias lejanas...: Ésta es nuestra realidad, el mundo 
real en que vivimos. ¿Todo eso lo hay?
1a) El azul del toldo es una secuencia compleja determinada por la química y la 
física de las partículas sub-atómicas de la superficie del toldo, por los 
componentes de mi ojo y de mi cerebro, por el cambio molecular de algunas 
proteínas en las células del ojo, del nervio, del cerebro, complejo que produce 
mi “sensación de azul”, la cual, fuera de ese complejo, no existe, no la hay, no 
está en el toldo, ni está en mi retina, ni está en mi nervio, ni está en las 
neuronas de mi cerebro, en cada uno de esos tramos solamente. 
2a) La frase de la mujer es una secuencia compleja determinada por la química y 
la física de las fonaciones de sus cuerdas vocales que producen fonemas que 
componen palabras que componen frases; cada sonido llega a mi oído aislado, 
porque el oído oye, oye, oye, pero no recuerda-compone-globaliza los distintos 
sonidos de los distintos momentos, eso lo hace mi cerebro con su memoria; 
sabemos que ese sentido que escucho no está solamente en cada fonema, no está en 
mi tímpano, no está en mi oído, ni está en las neuronas de mi cerebro, en cada 
uno de esos tramos solamente. 
3a) El olor de panceta a la plancha es una secuencia compleja determinada por la 
química y la física de las células –inmensamente estructuradas, cada una a su 
vez una secuencia compleja– del tejido muscular y graso de la carne, del calor 
de la plancha, de su superficie, del aire que transporta los “efluvios”, de los 
receptores nasales de mi nariz... 
4a) La pared me sirve de apoyo porque mi consistencia y la suya son de parecida 
dimensión, si yo fuese de un tamaño yoctométrico me hundiría en la pared y, a 
poco fuerte que fuera el impulso de mi resbalón, me hundiría en el planeta.
5a) Las galaxias lejanas son... ¿Qué son? ¿Dónde están?... ¿Son lo que ahora 
vemos, están donde ahora las vemos?... Si la luz que de esa estrella nos llega 
salió de la estrella hace varios millones de años, ¿sigue siendo ahora la 
estrella lo que era entonces, podemos verla ahora en lo que es ahora o solamente 
podremos ver su ahora dentro de varios millones de años, cuando su ahora se haya 
desvanecido en un pasado tan remoto que ni siquiera tiene dimensión?... 
Todas esas cosas no las hay, lo que llamamos nuestro mundo no lo hay, nuestra 
realidad no la hay. Cuando digo-y-siento que vivo el toldo azul y es parte de mi 
realidad, no me refiero a ese entramado de partículas elementales y fotones... 
me refiero al toldo azul que es mi realidad; cuando digo-y-siento el significado 
de la frase que escucho al pasar, no me refiero a cada onda acústica de cada 
fonema independiente, ni a la repercusión eléctrica que llega al cerebro... me 
refiero a la frase misma, a su sentido, que es ahora parte de mi realidad; lo 
mismo sucede con la sólida pared, con el sabroso aroma de la panceta. Todas esas 
cosas son la realidad, mi realidad, mi mundo, pero no las hay. 
Admitamos, no obstante, que la frase “la realidad es lo que no hay” es un 
sinsentido y procedamos a aceptar que el color, las palabras, el olor, la pared 
que me sostiene, de algún modo sí son reales y además los hay. Aunque lleguemos 
a esa concesión, no se puede negar que esa realidad, “ese tal haberlos”, se debe 
a lo que hacemos nosotros con lo que se nos ofrece; por ejemplo: lo que hace el 
cerebro con lo que el toldo le ofrece, el aroma le ofrece, los fonemas le 
ofrecen... Lo que el toldo le ofrece, el aroma le ofrece y la frase le ofrece 
son datos absolutos carentes de sentido: esos datos, “cuantos de la nada”, son 
lo que hay. La realidad, mi realidad, ésa no la hay. Nosotros, gracias a la 
inteligencia estructuradora, vivimos en la realidad del mundo, el resto de los 
seres son nada en la nada. Los hay, cierto, pero no habitan en su realidad, sólo 
son reales para nosotros en la nuestra.
Como la frase “la realidad es lo que no hay” resulta tan... lunática, citaré 
otras igual de locas para no sentirme muy solo: 
“El ser es ser percibido” (Berkeley).
“Cógito, ergo sum” (Descartes). 
“La verdadera realidad son las ideas” 
(Platón). 
“Lo mismo es el pensar y el ser” 
(Parménides). 
“Todo consiste en los quarks” (Murray 
Gell-Mann). 
“La causalidad es solamente un sentimiento 
inducido por la costumbre” (Hume). 
“El espacio y el tiempo son formas de la intuición” 
(Kant). 
“El medio es el mensaje” (McLuhan).
“Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán 
la tierra” (Mateo 5, 4).
*** *** *** *** ***
016-SÍMBOLOS Y SIGNOS
Miguel Cobaleda
01-06-2022
Resumen.- Los símbolos no son signos y los signos no son símbolos. Los símbolos 
son señales convencionales que indican relación con algo diferente a ellos por 
convenio explícito o implícito. Los signos son relaciones naturales y, por lo 
tanto, esencialmente conectadas entre los signos y sus significados. Pero 
nuestra realidad es signo y símbolo a la vez.
Símbolos.- Los símbolos son señales convencionales que indican relación con algo 
diferente a ellos por convenio explícito o implícito de una disposición 
–generalmente colectiva– de los seres humanos. Muchos de los símbolos nos 
parecen naturales, poco simbólicos, porque su convención data de tiempo 
inveterado, porque se hizo mediante un consenso generacional e inconsciente, 
porque no conocemos a nadie (nadie conoce a nadie) que haya estado involucrado 
en su origen. Así pasa con el lenguaje, por ejemplo, cuyo origen es más o menos 
manifiesto para los eruditos en líneas generales, pero no su secuencia real 
minuciosa. Los etimologistas saben de dónde viene el idioma, incluso cada 
palabra o la mayoría, aunque sólo hasta cierto punto, y nunca tienen más que 
conjeturas sobre el proceso de transformación, las etapas de ese proceso y los 
tiempos y ritmos de esas etapas. Es evidente que se trata de un símbolo –de un 
complejo entramado de símbolos– porque no hay un lenguaje, sino miles, y cada 
uno tiene su propia gramática, con su terminología completa y compleja, con su 
sintaxis propia, con su semántica característica y su morfología especial. La 
“cosa”, esa cosa, esta cosa, se dice “cosa”, pero se dice “thing”, “ding”, 
“gjë”, “Sache”, “chose”... Otros símbolos que sí lo parecen, se aceptan sin 
embargo como cosa natural porque son tomados así por todo el mundo y desde 
siempre: las banderas, que son consensos tan generales que se sienten como las 
cosas mismas que simbolizan, aunque todo el mundo comprende que un trapo de 
colorines no es una patria con su territorio, sus gentes y su historia pero... 
sí que lo es. La característica esencial de los símbolos es doble: por un lado 
la relación establecida entre el símbolo y lo que simboliza, por otro lado el 
aspecto convencional, consensuado, de esa relación.
Como se trata de un consenso, la relación no es nunca esencial, natural, 
“significativa”; es susceptible de variación, de sustitución y muchas veces es 
simplemente una más de las muchas relaciones que se pueden establecer entre la 
misma cosa simbolizada y multitud de símbolos diferentes (o un símbolo y muchas 
cosas simbolizadas).
La relación es, sin embargo, auténtica, aunque sea convencional. No auténtica en 
cuanto natural, que acabamos de repetir que no lo es, sino en cuanto a que, 
mientras permanezca y el símbolo simbolice lo que simboliza, la relación es 
efectiva, hay esa relación. Entre la mesa y la palabra española “mesa” hay una 
relación estable, por muy caprichoso que haya sido su origen (o muy azaroso 
históricamente).
Que los símbolos sean convenciones no les quita importancia, al contrario, se la 
da. Los seres humanos somos simbólicos, vivimos en los símbolos. Vivimos en un 
mundo simbólico, en él, desde él, y sustentados sobre él, y ese mundo de 
símbolos, todo él y cada símbolo concreto, es una construcción “convencional” de 
la mente humana.
Signos.- Los signos son relaciones naturales y, por lo tanto, esencialmente 
conectadas entre los signos y sus significados. El humo y el fuego son el 
ejemplo que se suele poner, la fiebre y la infección añado yo; el graznido del 
cuervo y el cuervo... etc. Los signos no son convencionales, sino naturales, la 
relación que representan pertenece a su naturaleza esencial. Si el humo es signo 
del fuego, es porque el fuego entraña humo y nunca traiciona la experiencia 
habitual. El mundo de los “efectos especiales” puede producir fuego sin humo y 
humo sin fuego, del mismo modo que graznidos sin cuervo y cuervos mudos... pero 
la relación natural entre el signo y lo significado es natural, lo es 
esencialmente; para contravenir ese hecho hay que sacarlo de su contexto normal, 
cambiar su naturaleza o simular que se cambia.
[Advertencia: las palabras “signo” y “símbolo” se usan de formas muy poco 
respetuosas con sus distinciones y formas de ser y actuar. Por ejemplo, aunque 
muchas veces se usa correctamente la expresión “símbolos matemáticos” o 
“símbolos lógicos”, muchas veces se dice “signos matemáticos” o “signos lógicos” 
de un modo totalmente inadecuado; por ejemplo se dice “signo menos” o “signo 
negativo” a la raya horizontal que se pone delante de las constantes o variables 
que decimos ser negativas. Pero una rayita horizontal no significa negativo ni 
significa positivo, no significa nada; simboliza –eso sí– lo que queramos que 
simbolice, pero no significa, no es un signo, es un símbolo. Todos los símbolos 
de la matemática, las propias cifras, los “más” y los “menos”, los “por” y los 
“entre”, la raya de las fracciones, el símbolo de las raíces, la “igualdad”, el 
“mayor que” y el “menor que”... todos son convencionales, simbólicos. Todo el 
sistema métrico decimal lo es, su valor posicional, su agrupación en decenas, su 
“0"... Lo mismo que los símbolos lógicos, todos ellos].
Símbolo-y-signo.- La realidad, nuestro mundo –lo que no hay (ver el Ensayo nº 
15)– , es un constructo de la inteligencia que estructura los datos –elementos 
absolutos carentes de sentido– en hechos dotados de significado y éstos en 
estructuras reales. En tanto que es una creación de la Capacidad Relacional 
General de la inteligencia, la realidad es simbólica, una red de símbolos. Pero 
como, una vez construida, es totalmente independiente en su comportamiento y 
está definida por sus propias determinaciones, es igualmente una red de signos. 
Nuestra realidad es a la vez el territorio significado y el mapa de 
símbolos/signos que lo significa.
*** *** *** *** ***
017-LA AMISTAD
Miguel Cobaleda
01-07-2022
La amistad se presenta –casi siempre de golpe– al sujeto que la recibe como un 
milagro especial, inesperado y mágico, con una serie de aspectos; de entre todos 
ellos se pueden destacar los siguientes:
1) Deslumbramiento.- La personalidad del Amigo se presenta como una luz casi 
esencial, algo no específicamente físico aunque sí perceptible, algo capaz de 
entresacar la figura y el rostro del amigo de entre la muchedumbre. No incluye 
generalmente atracción corpórea, consiste en una “relación de auto-retorno”: en 
ese flash inicial sentimos que nos mira y nos ve mirándole y viéndole. El 
deslumbramiento no necesariamente se produce al inicio de una amistad, las 
amistades “inveteradas” suelen sustituir el deslumbramiento inicial por la 
“iluminación progresiva”. El deslumbramiento de la amistad no es algo sencillo 
ni solamente presente en los momentos iniciales, es algo más. Se trata de uno de 
los fundamentos más sólidos de la amistad. La personalidad humana es muy rica, 
cada uno de nosotros es un mundo de paisajes variados, muchos superficiales y a 
plena luz de los demás, muchos otros ocultos. El deslumbramiento nos deslumbra 
por la novedad, y nos impulsa a desvelar ese territorio nuevo y fascinante que 
es el otro. Ese impulso hace que nos adentremos gozosos en la personalidad del 
otro, que se abre a nosotros como nosotros nos abrimos a él. Se trata, pues –y 
es una parte esencial del milagro de la amistad– de un deslumbramiento que nos 
ilumina por dentro, nos hace ver ciertos tesoros propios que la llama del amigo 
descubre en nosotros para admiración suya y nuestra. Siempre hay un puente de 
tesoro entre las almas de dos amigos, no se puede ser amigo de nadie si ese 
puente no se da.
2) Vasos comunicantes en lo profundo.- Se desprende de lo anterior como la 
conclusión se desprende de sus premisas. Los amigos siempre se sienten unidos en 
las zonas profundas del ser, esto es, por encima de los avatares y de las 
circunstancias. Como en los vasos comunicantes, se trata de una continuidad, es 
algo más que una simpatía fronteriza; no son dos líquidos próximos, uno de cada 
recipiente, sino el mismo y, por ser el mismo, puede alcanzar la superficie de 
cada vaso desde la superficie del otro. No estoy disfrazando la realidad con 
metáforas, la explicito. Cuando vemos al amigo y nos cambia el estado de ánimo 
¿qué sería, sino la continuidad de dos vasos comunicantes por su fondo? No 
significa esto que el amigo anule al amigo, muy al contrario. Un amigo nos 
siembra virtualidades, nos labra las praderas yermas del alma con maravillas que 
no había en nuestro interior antes de su entrega, y lo hace desde su fondo, 
desde lo profundo de sí mismo nos comunica su don. La amistad, como vasos 
comunicantes en lo profundo, es capaz de superar la quiebra “a cierta altura” de 
uno de los dos y seguir subiendo más allá del lugar roto, más allá de la 
desgracia (incluso –que se lo pregunten a los amigos que han perdido a un amigo– 
más allá de la muerte).
3) Egoísta con el yo del otro, no con el propio yo.- La amistad es un conjunto 
de milagros, no es raro que surjan prodigios a cada paso de su análisis. Es 
natural que seamos egoístas en la exaltación y defensa del propio yo. En la 
amistad lo que sucede es que somos egoístas en la exaltación del yo del amigo, 
no en el nuestro, somos egoístas de su ego, no del nuestro. Nos hemos hecho fan 
de su club de fans y hemos dejado por el momento de ser del propio. No se hace 
esta renuncia por la espera de una retribución; no se hace porque ese “club” sea 
mejor que el nuestro y nos convenga hacernos de su grey para subir de status; ni 
se hace porque su casa sea un palacio mucho más cómodo que nuestra choza: se 
hace porque, en la amistad, recibir consiste en dar. Cualquiera que tenga al 
menos un amigo sabe de lo que hablo porque lo habrá sentido muchas veces, cómo 
en el intercambio de regalos no se cuida de recibir el que le entreguen, sino 
del anhelo de entregar el suyo.
4) Camaradería.- Se desprende de todo lo anterior porque es lo mismo. Me gusta 
el concepto de “camarada”, el que comparte la misma trinchera, esto es: tiene 
los mismos amigos que yo, los mismos enemigos que yo, sufre la misma intemperie, 
come el mismo rancho, persigue los mismo objetivos, defiende mi vida cuando 
defiende la suya, llega con su mano a donde no llego con la mía... Decir 
“camarada” es otra forma de decir “yo mismo”. Los camaradas no tienen espalda 
porque el amigo la defiende, descansan porque el amigo vigila, no se lamentan de 
su soledad porque no están solos, no sienten temor porque comparten la 
esperanza. 
5) Sosiego en plenitud.- Plenitud, pero sosiego. Cuando las brasas del mundo nos 
ponen a punto del estallido, la amistad impide esa explosión, remansa las 
vivencias en un sosiego de calma, nos hace recobrar la sensatez momentáneamente 
perdida. La amistad es el oasis, es llegar al hogar después de un viaje 
peligroso y agotador, sentarse junto al fuego, estirar los brazos y las piernas 
hacia el calor, beber un vaso de agua cristalina, cerrar los ojos y dormir el 
sueño del descanso. El sosiego en la plenitud, que acaso parezca menos 
importante en comparación con el deslumbramiento o la camaradería, es precioso 
en su recatada domesticidad. 
6) El tiempo.- El tiempo, amigo y enemigo a la vez, lija la amistad como lo lija 
todo. El tiempo es el adversario de la amistad si no sabemos convertirlo en 
aliado. Pero el tiempo es también nuestro amigo, nunca olvidemos esto. Del mismo 
modo que el aire es lo que se opone al vuelo del halcón y también es lo que 
sostiene ese vuelo, del mismo modo el tiempo es lo que nos acaba matando, pero 
es igualmente el paisaje de nuestra historia.
7) La decisión.- Podemos hacer lo que el item anterior solicita porque la 
amistad, además de un deslumbramiento y de una comunidad en lo profundo, es una 
decisión. La decisión es el nervio de acero que se oculta dentro de los cables 
aparentemente frágiles y soporta el peso del puente. El puente entre la 
profundidad de dos almas se mantiene por la decisión, que nunca cede. Mientras 
la iluminación nos deslumbra, parece que no necesitamos ni decisión ni 
constancia, la amistad se mantiene sola, puede que nos acostumbremos a 
considerar ese milagro como cosa natural que no necesita que pongamos nada de 
nuestra parte. Es un error: desde el mismo principio, cuando el milagro sucede, 
nuestra decisión es la tierra que sostiene esa planta. 
*** *** *** *** ***
018-LA INMORTALIDAD
Miguel Cobaleda
01-08-2022
Resumen.- Si no hay muerte, hay vida eterna. Si no hay acabamiento, hay 
continuidad interminable. No existe término medio. Pues bien, la continuidad 
interminable no es considerada con atención y analizada con lupa por las 
religiones que denuncian el dato absoluto de la muerte, lo recusan y proponen la 
alternativa de la vida eterna.
Podemos definir la vida eterna como queramos, ya que su existencia se produce en 
un paraíso celestial que nadie perfila y que cada cual puede interpretar como 
sus deseos quiméricos le propongan. Pero hay que ir paso a paso y de menos a 
más:
1. ¿Durante cuánto tiempo?... Porque si somos los mismos que somos, nos 
acabaremos aburriendo del panorama si no en el primer mes, ni en el primer año, 
ni en el primer milenio, ni en el primer millón,... seguramente sí en el millón 
cuatro mil millones, o en el cincuenta mil trillones. 
2. ¿Que no seamos los mismos?... ¿Soportaremos el Paraíso si dejamos de ser los 
que somos y pasamos a ser otros?... ¿Queremos una vida eterna que, para durar, 
tenga que convertirnos de cuando en cuando en unos extraños absolutos, y luego 
en otros y después en otros, borrados para siempre los que fuimos, los que ahora 
somos...? (Nótese que esto es lo mismo que morir...).
3. En caso de que ya no sea temporal ese lugar celestial de la vida eterna, 
¿queremos ir a tal escenario del que es imposible que nos hagamos idea ahora 
mismo porque es tan diferente de todo lo imaginable que está fuera de nuestra 
capacidad?
4. Todo esto son palabras vanas porque lo relativo al Paraíso es totalmente otra 
cosa, absolutamente otra cosa. Bien, de acuerdo. Pero el nosotros de ahora no es 
otra cosa, no somos otra cosa, somos lo que somos. Si para encajar tenemos que 
dejar de ser lo que somos y ser algo completamente distinto ¿estamos seguros de 
que queremos dejar de ser lo que somos? (¿Dejar de vivir para vivir...?).
5. La cuestión de que nosotros seamos los que somos o seamos otros; y la 
cuestión de que se trate de un Paraíso Celestial conforme a lo que ahora 
imaginamos y deseamos, o se trate de algo completamente diferente, tanto que ni 
siquiera se nos puede explicar porque está totalmente fuera de nuestra 
comprensión, estas cuestiones no son triviales. Las religiones –y nosotros– 
confiamos en una vida eterna que sí que será eterna, sí que será vida y sí que 
será de nuestro agrado, esto es, sí que será feliz. Es esencial que ese 
nosotros, que no será nosotros, sea feliz con una felicidad que no es la 
felicidad en ese Paraíso que no es el Paraíso. Y es esencial que todo ello 
suceda en una eternidad que no se corrompa con su propia infinitud, una 
eternidad que no será el tiempo duradero, sino otra cosa que no podemos ni 
entender ni asimilar...
6. La alternativa a morir es no morir. Nunca. Las religiones no se adentran en 
estos asuntos porque tales temas no son decidibles. Hablan de una vaga sensación 
de felicidad imprecisa, pero incluso si en eso consistiera todo y no hubiera 
ninguno de los interrogantes anteriores que he citado, la felicidad no es para 
todos la misma cosa, en realidad nadie tiene claro en qué consista ni siquiera 
la suya propia. Bien, encendamos en el interior de esos espíritus incorpóreos 
una sensación de felicidad, cada cual la suya... ¿Parece un paraíso?... Parece 
una comuna de fumados, cada cual en su éxtasis particular.
7. La memoria es otro asunto. Si cada inmortal tiene memoria de todo lo que 
experimenta en su paraíso ¿nunca se borra ese almacén de infinitos recuerdos? Si 
no tiene memoria, si cada instante es único y nace desde la nada anterior y en 
la nada posterior se disipa ¿cómo es la consciencia de tal paraíso, de tal 
felicidad? Porque no creo que nadie de los que ahora esperamos una vida eterna 
en el Paraíso, desee esa vida eterna como vivencia instantánea, no temporal 
porque el tiempo dejará de tener sentido, sin recuerdo de lo que fuimos –que ya 
no lo seremos–, sin constancia del yo, sin conservación de la identidad que nos 
hace ser esto que somos. (Sin memoria, sin identidad, sin tiempo... todas son 
formas de muerte).
8. Las religiones saben que necesitamos cercanía, por eso los redentores son 
humanos o, si son divinos, se hacen humanos, viven entre nosotros, sufren como 
nosotros, mueren por nosotros. Por lo tanto en este asunto de la vida eterna 
–sobre todo en este asunto de la vida eterna– los feligreses de a pie 
necesitamos cercanía, un Paraíso que sea a la vez posible y creíble.
9. La coartada de los avatares y re-encarnaciones de ciertas religiones de Asia 
siempre me ha parecido infantil: si no recuerdas tus vidas anteriores, no has 
tenido vidas anteriores. Si no las olvidas, tu memoria infinita es un infierno y 
no una solución.
10. La inmortalidad supone la eternidad y la eternidad es uno de los avatares 
del infinito: 
a. Si concebimos la eternidad como una duración infinita, en un tiempo infinito 
caben infinitas veces infinitos sucesos, e infinitas veces infinitas partes de 
cada suceso infinito. Como no podemos imaginarlo, simplificamos y nos quedamos 
con que es un tiempo que dura mucho, una cosa estupenda porque lo malo del 
tiempo es que “se nos acabe”; pero no somos conscientes del concepto “no se 
acaba”. 
b. Si concebimos la eternidad como una duración simultánea, entonces su densidad 
es esencial, no superficial. Significa que cada vivencia es la suma de todas las 
infinitas vivencias. Cada vivencia es tan densa que consiste en la totalidad, es 
inextinguible, es absoluta. Pero no somos conscientes del concepto “densidad 
absoluta de cada vivencia”.
11. “Inmortalidad” es la negación de una negación. Ya sólo este hecho debería 
ponernos sobre aviso: en primer lugar, cuando algo no puede ser definido de 
forma afirmativa, sino sólo de forma negativa, significa que es imposible de 
definir, que no tiene –o no conocemos– sus límites. Además, las definiciones 
negativas quieren decir que no sólo carecemos del concepto de algo, sino que 
carecemos de la posibilidad de definirlo, ni sabemos lo que es ni sabemos lo que 
no es.
12. La muerte nos espanta, de modo que admitimos sin reflexión cualquier cosa 
(promesa, concepto, consejo, receta...) que aleje ese espanto de nosotros. 
Puesto que somos limitados y el espanto nace de que la muerte es ilimitada, se 
nos convence y sosiega con un truco que consiste en decir que lo ilimitado de la 
muerte se conjura con... lo ilimitado de la vida. Abarcamos vitalmente un 
paisaje muy pequeño en el que no caben horizontes infinitos; por ello no podemos 
hacer otra cosa que circunscribir lo ilimitado al panorama posible, mutilar el 
universo para que quepa en nuestro mapa, y poner en los márgenes de ese plano 
insuficiente la leyenda “etcétera”, que no sabemos lo que significa. Cuando 
consigamos encajar la muerte en nuestras expectativas (solamente el acto creador 
le confiere sentido), entonces habremos alcanzado otro nivel de Humanidad y nos 
habremos reconciliado a la vez con una muerte eterna y con una vida eterna –si 
no son la misma cosa–.
*** *** *** *** ***
019-EL REMORDIMIENTO
Miguel Cobaleda
01-09-2022
RESUMEN.- El remordimiento no existe, es egoísmo y vanidad. Consiste en que el 
sujeto se diga a sí mismo: “Fue un momento especial, yo no soy así, no tengo la 
culpa de lo que me pasó, nunca antes me había pasado”. El delito –el pecado, el 
crimen, lo que fuere– no ha sido “hecho”, sino “padecido”. Ni es posible ni 
serviría para nada.
No es posible en el sentido que se le da habitualmente:
* Si consiste en una pose superficial, entonces no es auténtico, se trata 
solamente de una ficción burda para que el delincuente se maquille ante su 
propio espejo.
* Si consiste en una actitud auténtica, pero somera, de “pésame Señor haberos 
ofendido”, entonces se trata de una recuperación de la tranquilidad espiritual, 
de satisfacer el precio del producto para quedarse con la conciencia tranquila: 
“no he cometido delito puesto que me arrepiento del delito cometido”. Una burla 
¿inconsciente?
* Si consiste en una actitud auténtica y profunda, de verdadera contrición, se 
trata de castigar la maldad que también tenemos dentro, cauterizarla, sanarla 
por medios quirúrgicos, cuanto más dolorosos más quirúrgicos, más curativos; 
para recuperar la dignidad perdida, aunque sea a costa de una cicatriz y de una 
amputación (esa cosa maligna que, por suerte, ya no tengo dentro). Todos son 
modos de egoísmo, de autososiego, pues nos repugna nuestro propio comportamiento 
y solamente queremos limpiarnos de esa repugnancia, desollarnos si es preciso 
para arrancar de nosotros esa mancha inmunda (en cuyo caso el remordimiento es 
una quimioterapia de salvación propia, egoísta, porque la alternativa es la 
muerte, la autodestrucción).
* Si fuese posible, tendría que ser una intelección diáfana, judicial, 
equilibrada; una volición decidida, determinada; y un sentimiento sin indultos.
** Una intelección diáfana, judicial, equilibrada.- Debería el delincuente 
juzgarse a sí mismo como le juzgaría un juez ajeno, desconocido y profesional: 
con los hechos desnudos sobre la mesa, midiendo los motivos en lo que son y 
valen. Sin conocerse por dentro como se conoce a sí mismo. Un atributo del juez 
justo e imparcial es que no conoce al reo como el reo se conoce a sí mismo, no 
puede ser parcial a su favor ni serlo en su contra. La ausencia de este 
requisito –que es imposible que se dé porque en el remordimiento es el reo su 
propio juez– es lo que hace imposible el tal remordimiento.
** Una volición determinada, decidida.- Esta condición sí puede darse, aunque 
siempre bajo sospecha y, por tanto, sin la pura desnudez judicial. Si el 
delincuente se es demasiado favorable, o si se es demasiado adversario, esa 
volición está contaminada.
** Un sentimiento sin indultos (y sin condenas sumarísimas; ni lo uno ni lo 
otro).- El sentimiento ¿puro? no es cosa de este mundo, siempre rema a favor de 
la corriente o en contra de ella, pero siempre rema, nunca está inmóvil. No se 
dice de los amantes, que van el uno hacia el otro “por las potencias oscuras”; 
no se dice de los amigos, aunque la amistad sea más limpia, porque siempre 
llevamos a abordo al reptil egoísta, al niño llorón, al compadre amiguista, al 
envidioso inevitable...; y no se dice de los padres a los hijos porque están 
protegiendo los genes y les comanda la especie, que sólo se ama a sí misma.
Y no serviría para nada (aunque a veces se pueda devolver el objeto del 
delito/ofensa y de hecho se devuelva):
* Puesto que no hay ningún sistema para volver al pasado, no existe el modo de 
deshacer lo hecho, de des-cometer el delito, de des-matar al asesinado, de 
des-ofender al ofendido. La esencia del delito permanece, sean cuales sean los 
métodos “ortopédicos” que se usen para justificar el remordimiento. (Devolver lo 
robado no borra el robo).
* Los partidarios del perdón, del remordimiento y similares, hablan de 
compensación, de castigo, de penitencia. Si estos sistemas fuesen operativos, lo 
primero que habría que hacer es establecer las equivalencias... y en eso 
difícilmente puede haber acuerdo. Los sistemas judiciales han sido tan 
diferentes en los distintos momento de la historia, y son tan diferentes ahora 
de unas naciones a otras, que queda bien clara la imposibilidad de ajustar un 
sistema de compensaciones que efectivamente concite un consenso general. Pero es 
que, incluso si se pudiera establecer tal equilibrio por consentimiento general, 
seguirían siendo de naturaleza totalmente distinta las compensaciones y los 
delitos. Robas 10, devuelves 10, pero no “des-robas” el robo. En cuanto a 
delitos cuya esencia impida la devolución, como la deshonra, la violencia, el 
asesinato... ¿Qué equivalencia sería “equivalente”?
El remordimiento es un simple acto de compraventa. No niego que se trate de un 
proceso moral, lo es por completo; lo que digo es que su nivel ético queda 
reducido a una transacción del delincuente con su delito, como comprar las bulas 
aquéllas que permitían comer carne cuando comer carne estaba prohibido. Es un 
acto moral, a mi juicio moralmente perverso porque condona delitos y, por ello, 
facilita que se sigan cometiendo. En mi opinión, en este asunto del 
remordimiento la única opción moralmente admisible sería que no tuviera que 
haberlo por el sistema de evitar el delito.
*** *** *** *** ***
020-LA VIRTUD Y EL VICIO
Miguel Cobaleda
01-10-2022
RESUMEN.- La Virtud es la operación conjunta del instinto y de la inteligencia 
libre, bajo la dirección de la inteligencia. El Vicio es la operación conjunta 
del instinto y de la inteligencia libre, bajo la coerción del instinto.
El equipamiento corporal con que nacemos los seres humanos tiene muchas faltas, 
defecto que debemos subsanar a lo largo de nuestras vidas empezando cuando 
antes. Por ejemplo, venimos a este mundo sin saber andar. Venimos al mundos sin 
costumbres, y demos gracias por nacer con el reflejo succionador, porque sin él 
–sin saber mamar–no duraríamos gran cosa. Subsanamos estas carencias con una 
disposición general para adquirir mecanismos constructores de costumbres. Esa 
disposición nos permite “hacer hábitos”. Los hábitos no pertenecen a la 
naturaleza, no nacemos con ellos pero, una vez adquiridos, son como la 
naturaleza, son una segunda naturaleza y se comportan con “naturalidad”, esto 
es, con eficacia y de forma mecánica (ya no requieren atención, se efectúan de 
modo automático y no necesitamos pensar en ellos, nos ahorran gran esfuerzo 
mental). Al no ser naturales, no todos tenemos los mismos hábitos –no todos 
adquirimos los mismos hábitos–.
1.- Criterio tradicional.- Las virtudes son hábitos operativos buenos, y los 
vicios hábitos operativos malos.
2.- La Virtud como altruismo y el Vicio como egoísmo.- Como se admite de forma 
universal (con mi excepción en los términos en que lo he explicado otras veces) 
que el bien común es el Bien por Antonomasia, y el bienestar individual tiene 
que estar subordinado al común, el comportamiento altruista es bueno, el egoísta 
es malo.
3.- La Virtud como construcción y el Vicio como destrucción.- Un planteamiento 
muy básico presenta el panorama de la Historia Humana como procesos 
constructivos y procesos destructivos. Los dos conceptos, “construcción”, 
“destrucción” son relativos. Por ejemplo, la mayor parte de las veces, para 
construir hay que empezar destruyendo lo previo que ya no vale, sea un edificio, 
sea un comportamiento. No se pueden generalizar sin prudencia porque la 
destrucción no siempre es mala –si es destrucción de lo perverso, de lo nocivo, 
por ejemplo–.
4.- Ambigüedad de las definiciones.- Estas tesis suponen casi todo, que sabemos 
qué es lo bueno y qué es lo malo; que sabemos dónde está el equilibrio, el 
“justo medio”; que sabemos cómo hacer para adquirir una virtud; que sabemos cómo 
hacer para que la virtud no se corrompa... Pero no siempre sabemos todo eso, ni 
siempre todo eso puede ser sabido con certeza: 1) Lo bueno aquí, es malo allí. 
2) Lo bueno ahora, fue malo antes o será malo después. Un ejemplo claro es la 
esclavitud; el invento de la esclavitud no lo fue como una maldad cruel y 
desalmada, al contrario: la esclavitud se inventó como una forma de altruismo, 
de compasión. La esclavitud fue la alternativa humanitaria a la muerte segura. 
3) Lo bueno bajo un supuesto, es malo bajo otro.- Los criterios de moralidad no 
siempre son los mismos porque se pueden fundamentar en supuestos distintos.
5.- La Virtud es la actividad conjunta del instinto y de la inteligencia libre, 
bajo la dirección de la inteligencia. El Vicio es la actividad conjunta del 
instinto y de la inteligencia, bajo la coerción del instinto.- 
5.1.- No podemos –y no querríamos aunque pudiésemos– prescindir del instinto. Es 
un instrumento de una potencia inmensa, viejo como el mundo –máximamente experto 
en su campo–, su ayuda en trances extremos es vital, nunca descansa, nunca se 
despista, nunca duerme. No es versátil, no aprende, no cambia, no inventa, no 
resuelve problemas nuevos ni los viejos con soluciones distintas. Y aunque 
parece “muy nosotros”, es en realidad un servidor de la especie, un “topo” que 
la especie nos coloca a bordo para que defienda en el nosotros individual sus 
intereses específicos. Es la esencia superviviente del reptil ancestral.
5.2.- La inteligencia, por sí misma, es muy nosotros pero no del todo; es “más 
amiga nuestra” que el instinto específico, pero es una mochila que llevamos a la 
espalda y que sirve para todo, aunque no forma parte de nuestra entraña más 
vital. La inteligencia+la libertad sí es nosotros en cierto modo, aunque la 
inteligencia siga siendo un instrumento externo y la libertad esté mediatizada 
por pasiones, pulsiones, motivaciones... Pero es el “nosotros más nosotros” que 
se pueda dar. Inteligencia+instinto+libertad es lo que somos. Y cada uno tira 
por lo suyo, hacia su lado, hacia su interés. 
5.3.- La Virtud como ascenso hacia la superación del nivel de humanidad de la 
Humanidad, el Vicio como regreso hacia la animalidad pre-humana.- Podemos subir 
y podemos bajar. Puesto que somos seres temporales, puesto que el tiempo es un 
hilo esencial del tapiz de nuestra esencia, lo que parece que no podemos es 
quedarnos como estamos, inmovilizar el momento para que se vuelva eterno. 
6.- Virtud es todo movimiento colectivo y/o individual que recorra el camino 
hacia adelante, hacia la superación del actual nivel de Humanidad en otro 
superior y más “humano”. Vicio es todo movimiento colectivo y/o individual que 
descienda hacia estratos menos “humanos” de la Humanidad. Somos capaces de la 
utopía, pero somos capaces del desastre. Virtud o Vicio: en cada instante 
tenemos que elegir, y de cada elección y de cada instante depende nuestro 
futuro.