DESARROLLOS DE LOS MICRO ENSAYOS
Miguel Cobaleda
01-03-2024
37-ELEMENTOS SOCIALES QUE CAMBIAN, III:
MATEMÁTICA Y CIENCIA
Analizo con frecuencia, desde hace mucho, el tema del maridaje/asociación de la
matemática con las ciencias, entre otras la física, la química, la cosmología,
incluso las ciencias humanas, la geografía humana, la sociología, etc., ahora
que la estadística se ha convertido en la estrella del momento y pasea sobre la
alfombra roja con gestos de mucho glamour.
A la vista del éxito del maridaje aparente en ciencia y matemática, se suele dar
por supuesta la identidad de estructura entre las leyes de la física, las
fórmulas de la química, las teorías cosmológicas... y el lenguaje matemático.
Pero esa identidad de ninguna manera está probada por esa asociación, que no
deja de ser muy discutible y acaso simplemente coyuntural. Suponer que no es
coyuntural, sino permanente, y de ahí deducir que la estructura es idéntica, es
poner el carro delante del caballo.
Lo que sucede normalmente es que la traducción mutila a cada uno de ellos de
todas las dimensiones que el otro no puede expresar, de tal modo que nos
quedamos sólo con los contenidos del universo A que pueden ser expresados con
locuciones del lenguaje B y despreciamos las locuciones del lenguaje B que no
son aptas para traducir contenidos del lenguaje A. E ignoramos contenidos del
lenguaje A porque no se pueden expresar con fórmulas de B.
Los jugadores habituales de ciertos juegos lo saben bien, por eso se dejan las
pestañas tratando de encontrar en sus juegos –para ganar futuras partidas–
vericuetos de la selva lúdica que no se hayan descubierto, pero que sean legales
y pertenezcan al juego. Ningún jugador de ajedrez que ensaye jugadas novedosas
trata de hacerlo de espaldas a las reglas del ajedrez, porque sería hacer...
trampas.
Es cierto que las matemáticas contribuyen en casi todas las ciencias a que
salgan a la luz nuevos planteamientos y nuevos descubrimientos. Pero no
significa tal cosa –aunque lo pueda parecer– que esa asociación sea la única
posible, ni que sea la mejor, ni que sea deseable el que la tal alianza
continúe. [El citado juego del ajedrez: Sus reglas permiten muchos miles de
millones de jugadas, pero es mayor el número de miles de millones de jugadas que
no permiten; si se hiciera un cambio leve en esas reglas... las jugadas
permitidas serían miles de millones y las prohibidas muchas más, pero serían
otras distintas. Muchas de las prohibidas antes estarían permitidas ahora, y al
revés, muchas de la permitidas ya no lo estarían].
El sistema formal que traduce la ciencia es, al tiempo, una interpretación que
explica y un velo que oculta. Una transparencia porque autoriza predecir,
“descubrir”, fenómenos que el diseño actual permite; pero es también un velo que
oculta otros fenómenos que otro sistema descubriría y que éste esconde. Y nunca
es idéntico al objeto que traduce, aunque parezcan tener estructuras parecidas,
es distinto su origen y distinta su naturaleza.
Puede que la fructífera asociación entre las ciencias y las matemáticas esté
llegando a su fin; las pistas son, entre otras:
1) La aparición reciente de sorpresas en el sendero aparentemente tranquilo de
la ciencia, sobresaltos producidos por un proceso de retorno según el cual la
ciencia exige a la matemática estructuras cada vez más complejas, lo cual
revierte sobre la ciencia en forma de novedades cada vez más inesperadas (y cada
vez más difíciles de “digerir”, para lo cual se precisan fórmulas matemáticas
cada vez más abstrusas, las cuales siembran novedades cada vez más atrevidas...
etc.).
2) El uso creciente de especialidades matemáticas como la estadística, a la que
actualmente se le asigna el papel antiguo –y sagrado– de la causalidad, siendo
así que es, dentro de las ciencias exactas, una de las más inexactas. No sólo en
las ciencias humanas, la física cuántica habla cada vez más de probabilidades.
3) La parálisis que aqueja a la ciencia justo cuando más se la necesita, una
especie de cesación de sus funciones cardio-vasculares cuando los desastres
acucian a la sociedad y se necesitaría que la ciencia estuviera en vanguardia,
cosa que no sucede. Si el sabio que todo lo sabe y está ante nosotros mostrando
su enorme cultura sobre todo lo divino y lo humano, haciendo gala de una energía
sapiencial envidiable, pero justo cuando sucede una calamidad (pandemia, por
ejemplo) que debería poder solucionar con leve esfuerzo, justo entonces dice que
hay que llamar al médico del seguro... quiere decir que sus demostraciones eran
ficciones no sustentadas sobre ningún conocimiento verdadero.
4) Las matemáticas de los matemáticos hace tiempo que ya no son las matemáticas
de la ciencia. El juego de las matemáticas puras es mucho más atrevido
–creativo, libre, original, etéreo...– si no se tiene que atener a las ataduras
de las matemáticas aplicadas. Los puros pueden dedicarse a resolver los teoremas
insepultos –...digo insolubles, por ahora–, mientras que las aplicadas tienen
que seguir tratando de encajar nuevas teorías en viejos esquemas, con el riesgo
de que el vino nuevo reviente los odres viejos, y con lo triste que es echar
margaritas a puercos. Las matemáticas tienen, han tenido siempre, vocación de
infinito, no les gustan las cunetas de la realidad tozuda: una cosa es respetar
–no se puede por menos– las limitaciones propias del juego formal, y otra
amarrarse a una estaca en el patio de atrás de la ciencia, como perros; las
matemáticas no son el perro de nadie, que la ciencia domestique a otros sabuesos
si quiere seguir pistas que ya no prometen caza.
Los físicos acopian toda la matemática que pueden, pero raro es el matemático
que hace física...