DESARROLLOS DE LOS MICRO ENSAYOS
24-MEDITACIÓN DEL
SALTAMONTES
Miguel Cobaleda
02-01-2023
He leído en Ortega [creo: me faltan los miles de libros de nuestra gran
estantería del pasillo, que obstaculizaba las sillas de ruedas, y de los que nos
han librado tan generosamente mis hijos, así que cito de memoria ¡mi mala
memoria!. Pido disculpas si la cita yerra], en uno de sus maravillosos ejemplos
didácticos, que al castizo saltamontes de nuestros campos se le disparan de
repente sus zancajos posteriores, le catapultan de un sitio a otro y se
encuentra de golpe, sin comerlo y sin beberlo, en medio de una realidad
enteramente diferente, a la que tiene que enfrentarse de súbito si quiere
sobrevivir a los nuevos enemigos. [Ejemplo mío: en el paisaje anterior su
adversario peor era un chicuelo que cazaba saltamontes para martirizalos con
mutilaciones diversas, así que el bicho pone agua de por medio saltando al otro
lado del arroyuelo cercano, y se promete a sí mismo jamás hacer buenas migas con
ese muchacho tan peligroso. Pero se sueltan sus zancajos y aparece en otro lugar
y con otros enemigos: ahora un cierto pájaro insectívoro es la amenaza principal
y ¡mire usted por donde!, el mozo es un aliado coyuntural porque con su
tirachinas mata pájaros; de forma que el bicho traba alianza con el enemigo
anterior al que odiaba]. Sería injusto suponerle al Caelífero un carácter mendaz
y un afán cambiante: su objetivo es siempre el mismo, sobrevivir, y nunca
cambia, lo que cambia es el paisaje y sus diferentes elementos.
Pues bien, cuando nuestro Amo [fijarse en la fecha en que se escribió ente
texto] es acusado de mentir como un bellaco y aliarse hoy con sus enemigos de
ayer de los que juró que le quitaban el sueño, no es mentir su afán ni es
cambiante su estrategia, lo que hace es defenderse de las amenazas presentes con
los medios presentes, y seguramente ni siquiera recuerda la circunstancia
anterior en que tuvo que enfrentarse a un peligro distinto y, por ello, con
otros aliados que ahora ya no le sirven. Su propósito no cambia, es mantenerse
en el Poder a toda costa, de forma que no se desdice hoy de lo dicho ayer, no se
trata de eso y quizá no entienda las acusaciones. Antes esos populistas o esos
sediciosos obstaculizan la confianza que espera de sus electores: abominó de
ellos; ahora está en otro paisaje y esos populistas y esos sediciosos pueden
darle la mayoría que precisa para alcanzar el Poder: los abraza, los ama y los
mete en su gobierno. Él no ha cambiado. Como el Rubio de LA MALQUERIDA, él
siempre quiere lo mismo, mando; es el paisaje político el que cambia. No
pretendo defenderle (es un imposible moral defender un carácter como ése y un
imposible lógico justificar tal propósito), sólo pretendo explicarlo porque lo
único que hacen los demás es alabarle o escupirle. Pero se trata simplemente de
un insecto saltarín.
Otra cosa que se le reprocha es el nivel de los ministros (nunca mejor usado
este término, opuesto a magis-tros=maestros) que nombra, a duras penas dotados
de la capacidad de hacer la “o” con un canuto [tumban el canuto y les sale una
raya], de forma que sus departamentos nunca resuelven los problemas propios de
sus departamentos: su defensa de los trabajadores se salda con más paro, su
defensa de la mujer se salda con excarcelaciones de violadores y
maltratadores... Puede parecer un reproche válido, pero hay que mirar más de
cerca. Veamos, si el problema es simple, lo mejor es avisar a un técnico: si
tienes fugas de agua, avisar al fontanero; si tienes fiebre, tos, y te duelen
las articulaciones, ir al médico... Pero cuando los problemas son de enorme
complejidad e involucran millones de factores de difícil o imposible medición,
entonces los técnicos no existen, es decir, cualquiera vale tanto como otro
cualquiera y lo mejor es entregar el puesto a quien le debas favores o tengas
que pedirle favores más adelante, a un socio o a un amigo. ¿Que no sabe, ni
vale, ni sirve? ¿Que nombra ministra de ejes de carreta a una que ignora la
invención de la rueda y piensa que “πἱ” es el sonido de un claxon; y ministro de
degustación de café a uno que sólo ha probado la achicoria y cree que un cafetal
es un árbol que da cápsulas?... ¿Y qué?... En cuestiones complejas –la Economía
con sus intrincados laberintos, el Trabajo con sus confusos niveles jurídicos,
la Sanidad con sus perentorias necesidades sociales, la Educación, cimiento del
futuro...– nadie sabe nada, es decir: el que sí sabe mucho no lo hace mejor que
el que no sabe nada.
Nos asombra que estos ministerios –entregados a amiguetes o a amiguetes de
amiguetes, indocumentados e ignaros– funcionen más o menos bien y no se hundan
en la barbarie administrativa. Bueno, muchas veces sí se hunden –al humilde
súbdito que le vayan dando–, pero otras veces los sostiene el protocolo habitual
que funciona mecánicamente, o que los funcionarios medios lo hacen marchar
renqueando, o que el sufrido ciudadano remedia como puede los rotos del sistema.
En definitiva, hacer ministros como quien hace pacas de vertedero, sin mirar el
contenido de cada cual, es el medio más adecuado para premiar y/o conseguir
lealtades, así que no tiene sentido nombrar técnicos cuya función no conseguirá
tampoco mejorar el rendimiento, y con los que no se obtiene rédito electoral
alguno: hay que entenderlo, caramba, si yo fuera el amo –los dioses no lo
quieran– no pondría –cierto– a mi primo segundo de ministro del Medio Ambiente
(siempre se interesa por el otro medio), pero sí que nombraría ministro de
“Dudas y Perplejidades” a cierto colega que sólo hace preguntas y nunca
proporciona respuestas.