DESARROLLOS DE LOS MICRO ENSAYOS
03-EL ODIO
Miguel Cobaleda
RESUMEN.- El odio es irracional. Es tan antiguo como la Humanidad, pero
parece que acabara nuestra sociedad de descubrirlo ahora. Hay un odio de aspecto
razonable (“física” del odio), y un odio esencial (metafísica del odio).
1.-EL ODIO ES IRRACIONAL.- No por ser una pasión –no pertenecen al territorio de
la razón–, ni por ser desobediente a la mesura de la prudencia. Que sí, las dos
cosas. Pero a mayores, es irracional en un sentido más profundo:
a) La tendencia hacia el SER se da en todo ente, y es a-racional en cuanto que
se da “antes y al margen” de la racionalidad de los seres racionales. Es una
a-racionalidad ontológica o primigenia.
b) Cada ente tiende hacia el SER por lo que tiene de ser. Pero la libertad
–propia del alma– puede hacer que los entes racionales “desanden el camino del
SER, se entreguen a la tiniebla”. Es una irracionalidad espiritual o derivada.
Ésta es la raíz moral de un odio esencial que tiene análisis filosófico, pero no
justificación.
c) Es la entrelazada naturaleza de ser y del no-ser, de la luz y la sombra
–diferente en cada ente–, lo que produce un mapa concreto del Ser Absoluto,
distinto para cada ente, aunque todos lo interpretamos como ÚNICO. Ésta es la
raíz óntica del odio metafísico.
2.- “DESCUBRIMIENTO” ACTUAL DEL ODIO.- El odio es tan antiguo como la Humanidad,
así que no es un tema reciente. Lo que sí es reciente es el descubrimiento de lo
que se ha venido en llamar “discurso del odio” sobre el odio no razonable, el
odio que no se explica porque hayas matado a mi padre, o porque me hayas robado
la tierra, o el dinero, o la honra, o lo que sea. Una especie de odio
supra-odio, un odio artificial e impersonal.
[Cuando en el devenir social ciertos grupos
–conducidos por amos que solamente desean el poder por el poder, no el poder
para construir o desarrollar el Ser– se alzan con un dominio sobre otros que
ejercen de forma despótica, prepotente, ambiciosa, mutiladora de libertades y
derechos, la sociedad enseguida se parte en secciones enfrentadas, no ya porque
los sometidos se rebelen –que también, desde luego–, sino porque la prepotencia
y el poder son tumores que no pueden dejar de crecer, consisten en una
continuidad de avasallamiento que produce grietas en su propio avance. Esas
secciones dialogan entre sí con el lenguaje del odio, no hay otro. La hoja letal
que corta el cuerpo social, lo corta en porciones de rencor, o no lo corta.
Estamos constituídos por una naturaleza social que descansa en dos fundamentos
esenciales: la confluencia de destino y la libertad de comportamiento; no son
opuestos, son complementarios, se necesitan el uno al otro, cada destino ha de
confluir en un horizonte final siguiendo los cauces de su propia libertad; cada
sed conducirá hacia el mismo arroyo cristalino, no se puede producir de forma
caprichosa y artificial una sed que solamente se sacie aplaudiendo al amo.
Contra la libertad trabaja, royendo su columna, el deseo prepotente de anular el
libre albedrío uniformizando los comportamientos con arreglo a los designios
caprichosos del déspota. Contra la confluencia de destino trabaja, mordiendo su
base, el tirano que entiende falsamente que su destino es EL DESTINO. En estos
días en que las epidemias de virus son globales y las enfermedades sociales son
pandémicas, las secciones separadas del cuerpo social se enfrentan con un odio
que creen nuevo, creado por su propia generación, un invento reciente. Lo único
nuevo es la escala mundial de las grietas sociales, que no solamente odiemos al
del valle de al lado –bestial adorador de una deidad diferente, falsa, y
avaricioso pretendiente al agua de “nuestro río”– sino que odiemos al del
continente remoto –salvaje defensor de teorías sucias y equivocadas, absurdas
creencias que la razón repudia–.]
3.- ODIO DE “APARIENCIA RAZONABLE” (“FÍSICA” DEL ODIO).- Razonable en una
pérdida es el sentimiento de dolor concomitante y proporcional a la misma.
Incluso razonable es esa especie de retroceso consolador a un pasado anterior en
el que pudiera el milagro impedir la pérdida. La razón ayuda y consolida estos
sentimientos, los explica y, por tanto, les da certificados de autenticidad. Son
pasiones aunque tienen fundamento racional. Pero el odio que tantas veces
acompaña al dolor de la pérdida, ni es razonable ni se basa en la racionalidad.
Ese odio se adhiere a la presencia de las causas de la pérdida, trata de
pintarlas de su propio color, de embadurnarlas con su tiniebla. En cuanto el
dolor es proporcional a la pérdida y a su recuerdo, el odio tampoco evita el
dolor ni lo remedia. Estamos acostumbrados por la experiencia –y por la
literatura– a la idea de que el odio y la venganza tranquilizan el alma y
amortiguan el dolor. No es cierto. Lo que hacemos al odiar es desplazar la pena
de su nicho en el alma para acomodar en ese lugar el odio, disminuir no la pena,
sino la vivencia interior de la misma, y no por algún consuelo efectivo sino por
un parásito malsano y perverso. Puede que al cabo tengamos la sensación de penar
menos, pero es porque hemos cambiado monedas verdaderas de dolor por pasiones
falsas de odio que no tienen contenido ni objetivo, sólo furia y rencor.
[Odiar es un pasatiempo del alma que
tranquiliza en apariencia porque robustece las débiles posiciones de nuestras
propias creencias. He dicho en un twitt que “Obligar a otros a
creer tus creencias no sólo es inhumano, es imposible. Y significa que tú
tampoco las crees”. Ciertamente, odiar al que piensa, o siente, o
prefiere distinto lo interpreta el espíritu como que ese odio justifica la
falsedad de su postura y, por contra, fundamenta la verdad y justicia de la
nuestra. Puesto que odio, tengo razón, mi verdad es verdadera, mi opinión es la
realidad, mi dios es Dios.]
4.- ODIO ESENCIAL (METAFÍSICA DEL ODIO).- Hay un odio que ni siquiera es
razonable en apariencia, un odio esencial que ni es personal ni se relaciona con
agravios personalmente recibidos. Es el odio puro, en el sentido de que se trata
de una pulsión que no está encadenada a ningún elemento individual, a una
pérdida personal, a un dolor propio o a una ofensa concreta. La “opinión odiosa
del adversario, su mera realidad de adversario” que motiva el odio esencial y
metalógico nos afecta de forma tan fundamental porque opone a nuestra visión de
lo absoluto una visión de lo absoluto diferente (minúsculas), pero nosotros
sentimos que nuestra visión de lo absoluto es la VISIÓN DE LO ABSOLUTO
(mayúsculas), y esa opinión adversa atenta, por lo tanto, no contra una creencia
privada, sino contra la propia firmeza del SER, destruye el cimiento óntico, es
un crimen de lesa realidad. Si nuestro absoluto es EL ABSOLUTO –falsa creencia
que alimentamos– entonces el absoluto ajeno es un simple error trivial, y su
deseo de descalificarnos es una insufrible y “odiosa” prepotencia. Esa opinión
adversa pretende que somos nosotros los traidores al Ser, que nuestras raíces no
arraigan en nada. En el fondo, y expresado de forma sencilla, la clase de
opinión adversa a la que nos estamos refiriendo aquí y que suscita ese odio
esencial, lo que sostiene es que no existimos y que ni siquiera podemos existir,
ya que el mapa del SER en que estamos nosotros anclados no es EL MAPA DEL SER,
sino sólo un falso mapa del ser, ficticio, una ilusión.
5.- Nuestro absoluto (minúsculas) no es el ABSOLUTO (mayúsculas).- Si la visión
del adversario –con su pretensión de lo ÚNICO– es parcial y, por tanto, falsa,
la nuestra goza de las mismas propiedades porque tampoco nuestro absoluto es EL
ABSOLUTO. Dicho de otro modo: el odio esencial provoca odio esencial, se
alimentan el uno al otro no como dos hogueras distintas, sino como un incendio
siamés de proporciones crecientes. Las visiones parciales no son partes
insustituibles de alguna futura totalidad final, de tal modo que debamos
recogerlas todas sin olvidar ninguna para que, cuando alcancemos el estadio
humano superior –si llega–, tengamos la posibilidad de completar ese puzzle
infinito de Lo Absoluto. No hay tal: cada visión parcial es, por ésa su
parcialidad, una falsificación del mapa definitivo, un trampantojo que lo tapa,
un falso horizonte que oculta el Horizonte. El odio es esencialmente irracional
porque destruye el SER.
[No está excluido que en el camino de la
Humanidad haya retrocesos en medio de avances, incluso retrocesos tan acusados
que parezca que volvemos al punto de partida. No podemos volver al punto de
partida, una vez que adquirimos la inteligencia, y con ella la voluntad, y con
ella la libertad, y con ella la norma moral, el regreso al Paraíso de la
inocencia está cerrado. Olvidamos a menudo que ese Paraíso, libertad sin
moralidad, inocencia sin mérito, no es distinto de la animalidad que abandonamos
cuando descendimos de los árboles. Pero sí que podemos dar pasos atrás y con
desgraciada frecuencia los damos, atravesamos eras oscuras después de rutas
luminosas, nos volvemos ciegos para el esplendor y sordos para la alegría
después de haber avanzado hacia el horizonte. Feliz destino el del que conoce
solamente las épocas de ascenso, triste suerte la del que conoce sólo las de
ceguera, pero más triste todavía la de aquéllos que, habiendo vivido en la
primera, son sepultados después en la sombra.]