COMENTARIOS A LAS ALEGORÍAS MELANCÓLICCAS
20-ALEGORÍA DE LA ND
Miguel Cobaleda
ALEGORÍA DE LA ND (LA NO-DIMISIÓN)
TEXTO.-
Harto estoy de la queja universal sobre el hecho de que en España nadie dimite
aunque sean culpables de las decisiones más descabelladas y de las mentiras más
colosales. Por el resto del mundo basta un desliz gubernativo o una mentirijilla
para que el pundonor del protagonista o el clamor popular acaben en dimisión y/o
dimisiones. En España no existe eso del pundonor y la costumbre es seguir en la
poltrona a como dé lugar, aunque sean culpables de errores inmensos y de
embustes descomunales, habida cuenta de que los que se sientan en ella no saben
ni quieren hacer ninguna otra cosa. Pero se imponen aquí dos consideraciones muy
importantes.
En primer lugar las culpas, que se asignan mal: es evidente que, si los trenes
que se compran no caben por los túneles, el culpable inicial –cosa que ningún
medio resalta– es el que hizo mal los túneles, estrechos, bajos, angostos, no el
que compra los trenes, que son como tienen que ser. Y si alguien viola a
alguien, evidentemente es porque la presunta víctima no consiente ni permite, ya
que, en caso de que lo hiciera, no habría violación. Si te van a violar, basta
con que lo permitas y des tu consentimiento para que el delito deje de serlo.
Los que hacen leyes para excarcelar a violadores sencillamente tienen en cuenta
esta verdad tan palmaria, su acto legislativo no precisa dimisión.
En segundo lugar, estas egregias personas que NO dimiten tienen ejemplos
inmarcesibles que pueden imitar. Voy a relatar tres de esos ejemplos:
1) Cuando la camarilla de Hitler pensó poner hornos en los campos de
concentración a modo de estufas para aumentar el confort y la comodidad de los
asilados en esos campos, hicieron una verdadera chapuza impropia del proverbial
talento alemán, porque los dichos hornos despedían unos gases tóxicos que
mataron a seis millones de los refugiados en esas instituciones de caridad.
¿Dimitió alguno de la camarilla de Hitler, el propio Hitler quizá?... No. Ni
siquiera dimitió Reinhard Heydrich, el promotor de la idea de los hornos;
tampoco él dimitió, e incluso le hicieron un gran homenaje –con fuegos
artificiales y todo– sus amigos checos el día 27 de mayo de 1942.
2) Cuando el Padrecito Stalin tuvo que improvisar la logística para alimentar a
los ucranianos que no le gustaban, la administración del evento fue tan
ineficaz, que cinco millones murieron de hambre –hay pruebas de que fueron
catorce millones– , pero nadie pidió entonces la dimisión de Stalin ni de
ninguno de sus colegas del Politburó. Quizá fuese porque inventaron una palabra,
“Holodomor”, de tal modo que, al ser holodomor y no inanición –hambre–, la culpa
ya no era culpa.
3) Finalmente, cuando Mao Tse Tung –mal aconsejado– decretó que los pájaros eran
una molestia (eran una de las cuatro plagas del campo y suponían un lastre para
el “Gran Salto Adelante” que propugnaba el genial dirigente) y había que acabar
con ellos, el pueblo chino –que adoraba, admiraba y seguía a su amado líder con
sumisa aceptación– terminó con todos los gorriones de China, a consecuencia de
lo cual proliferaron de tal modo los insectos que acabaron con las cosechas, y
de resultas murieron de hambre unos sesenta y cuatro millones de chinos.
¿Dimitió Mao, acaso? Hay que tener en cuenta que, si bien la cifra de muertos es
grande, en realidad eran chinos, siempre muy numerosos, y fue su propia
intervención mata-pájaros la culpable, no las disposiciones del magistral
gobernante, mal interpretadas y pésimamente implementadas por su pueblo.
Así que en comparación con estos ejemplos supremos, hacer leyes de protección de
la mujer, las cuales leyes producen la excarcelación de los enemigos de las
mujeres; hacer leyes para proteger el trabajo, las cuales leyes producen un
aumento del paro; hacer leyes para convertir en un derecho que algunas madres
pueden asesinar a sus hijos nonatos... no son motivos para que nadie dimita.
¡Dejen de pedir las tales dimisiones, que no se van a producir por mucho que los
volubles votantes finjan que están perdiendo la confianza en sus gobernantes!
Esto es España, uno de los rediles más conformistas de toda la ganadería lanar
universal. Aquí el que la hace la paga el pueblo.
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COMENTARIO.-
El pueblo español está considerado mundialmente como el colectivo de gentes que
en más alta estima tienen su propia dignidad, es algo que nos legaron los
antepasados de los siglos gloriosos, cuando nuestros soldados –que ganaban todas
las batallas– tenían su honra propia en mucho más que la victoria, cuando los
pobres ocultaban por dignidad su pobreza, cuando la honradez conocida era el
anuncio de la honradez verdadera y cuando nadie se hubiera atrevido a las
indignidades de nuestros amos de hoy, que actualmente compiten por ver cuál de
todos ellos es más ladrón, mentiroso, ineficaz, tramposo, prepotente, etc., y
jamás dimiten por crímenes que en otros países les acarrearían cárcel, destierro
y hasta pena capital.
Que ningún delito ni traición, que ninguna mentira ni falsedad, que ninguna
ineficacia ni prevaricación, sea motivo para dimitir en España es uno de los
síntomas más claros de que se trata de una sociedad gravemente enferma, al borde
del colapso social, al filo del estado fallido. Y no son tan graves los crímenes
de los amos que mandan, como las indecisiones, divisiones e inoperancias de los
amos que esperan mandar. Incluso éstos, cuando detentan un poder parcial en
regiones, no lo usan para des-cometer los delitos cometidos por sus antecesores,
no lo usan para gestionar de diferente modo lo que la ineficacia de los otros ha
quebrado, no lo usan para restablecer la verdad, al dignidad, la justicia... o
no lo usan para nada o lo usan de modo flojo, débil, sin convicción ni
entusiasmo.
Así que, si los criminales no se arrepienten de sus crímenes y usan las armas en
su poder para seguir en el poder y seguir cometiendo desmanes similares, no
quedará otro remedio que quitarles ese poder por medio de las elecciones
generales y de una oposición bien organizada, decente, honesta que, al menos,
desee desmontar la cueva de Aladino de estos ladrones. Si es que disponemos de
ese instrumento democrático en esta nación tan desolada.